Lamentan que el Día de Muertos agonice lentamente en Yucatán

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Los olores que traen los muertos para el Hanal Pixán, este año vinieron adelantados. Y es que hoy sábado 27, a unos días de las celebraciones del Día de Muertos, la Plaza Principal de Mérida se llenó de aromas de incienso, tortillas, mucbipollo y tamales recién horneados y dulces típicos variados, todos olores a cultura y tradición que trajeron 70 municipios del interior del estado, junto a instituciones de gobierno y académicas que se dieron cita para celebrar, ante todo, la tradición viva.

Sin embargo y aunque la celebración del Hanal Pixán continúa, habitantes de diferentes municipios del interior del estado que vinieron a Mérida a armar sus altares, creen que la celebración maya del Día de Muertos ya no es lo que era entonces. ¿Las apariencias engañan? Dejemos que ellos nos cuenten.

De Hocabá Antonia y Nikel están en cuclillas en plena acción de tortear. Antonia tiene 51 años y Nikel tres, aunque muestra su edad con dos dedos. Como cada año, Antonia viene de su pueblo a armar el altar en la Plaza Grande pero nota que cada año la tradición de poner mesa y honrar a los Santos Difuntos “lamentablemente”, dice, se va perdiendo.

“Yo recuerdo a mi abuelita, ya desde antes del 31 –Día de los Niños Difuntos- preparaba su altar con comida y todos rezábamos. Hoy día los jóvenes van perdiendo esa costumbre, así que nosotros la seguimos para que el Hanal Pixán continúe vigente”, asegura.

De Dzitás es uno de los altares más completos en lo que alimentos se trata y para eso nos encontramos con tres mujeres amorosas –Victoria, Lourdes y Míriam- quienes nos contaron lo que prepararon para sus padres, tíos y primos difuntos.

Había de todo y se veía delicioso… Pibinal, tortillas, chile seco, relleno negro, pib, escabeche, mechado, caña, chocolate, dulces y frutas variadas, atole y hasta cigarros para los muertos. Todo adornado en un entorno de coloridas flores naturales envueltas en un olor a incienso suave, en su medida justa. Sin duda era uno de los altares más completos y cuidados en cuanto a alimentos.

“Todo lo preparamos con mucho amor para nuestros difuntos y también porque creemos que es importante mantener esta tradición tan linda que, año con año se va perdiendo. Depende de nosotros que siga viva”, afirma Victoria.

El altar de Teabo tiene un cartel bordado a mano para resaltar una de las virtudes artesanales que tiene este municipio, ejercida por las mágicas manos de sus habitantes.

Fabiola nos recibe en la entrada del altar de techo de huano y nos cuenta que la influencia de la tecnología y costumbres de otros lugares hace que los jóvenes hoy ya no se interesen tanto en las tradiciones locales como antes.

“Te diría que en un 70% la influencia de nuevas cosas distrae a los jóvenes y es necesario que trabajemos para rescatar nuestras tradiciones”, afirma.

En el altar de Ucú hay una foto antigua de una niña difunta… Pero no. Es una mujer grande, pero con una cara de pequeña que llama la atención: su piel es tersa, su mirada de ojos redondos y grandes, cargados de inocencia. Lleva el cabello cortado arriba de los hombros y parece chiquitita.

“Era la esposa de Don Urbano García. Murió de grande y aunque en la foto era más joven, ya era una señora”, afirma Aline, una joven de hipil colorido que, aunque cree que las tradiciones se están perdiendo, es importante que en la escuela a los chicos se las enseñen hoy día y ellos también ahí armen sus altares para venerar a sus muertos.

Costumbre de “gente pobre”

Felipe y Alejandra vienen de Panabá, uno de los pocos altares sin techo de huano de la muestra en la Plaza Grande. Vestidos de mestizos, estos jóvenes tienen 16 años, son novios y se les ve enamorados, probablemente porque andan abrazados todo el tiempo.

Mientras los novios se demuestran amor, Ariel, otro joven panabeño, toma la palabra y nos cuenta que sólo las “familias antiguas” conservan la tradición de hacer los altares en Panabá.

“Lo que pasa es que a algunos les da pena armar los altares y vestir de mestizos porque creen que es de gente pobre hacerlo, pero nosotros creemos que es importante seguir con la tradición y por eso venimos con un altar sin techo, como originariamente se hacían antes”, manifiesta el joven.

El altar de Yaxkukul tiene la foto de Daniel, un niño de 12 años con una sonrisa de oreja a oreja. Sus familiares lo esperan hace tres años con su altar lleno de cosas ricas que él disfrutaba en vida. Dani murió después de agonizar ocho días a causa de un accidente. Venía con su papá en triciclo y los atropelló una moto. Su papá sobrevivió, pero perdió a su hijo.

“Dani murió hace cuatro años y hace tres, como dicta la tradición, que le hacemos su altar. Para nosotros es muy importante esta fecha y sabemos que él viene a visitarnos. Por eso la tradición debe seguir viva y es una forma que nosotros tenemos de recordarlo alegre, siempre sonriente, bailador (le gustaba la jarana) y divertido”, cuenta su tío Amelio.

A Hiselle de Conkal le tocó una ubicación poco favorecedora en la Plaza Principal porque el sol voraz de casi el mediodía les da directo. Sin embargo, esta bella mestiza invita a los transeúntes a visitar el altar en honor a los fieles difuntos de su pueblo.

“Depende de nosotros que las tradiciones sigan vivas. Debemos inculcarles eso a las nuevas generaciones y no olvidemos que toda enseñanza empieza en casa”, remarca Hiselle.

El altar de Tekit está lleno de jóvenes, todos vestidos con ropas típicas y descalzos. Posan como una postal para las fotos que les tomamos todos los visitantes.

El tekiteño Luciano toma la palabra y señala que está muy bien que las nuevas generaciones innoven y adopten otras costumbres, pero eso no quita que deban mantener las que ya tienen.

“Está bien que adoptemos costumbres de otras culturas, sin embargo nunca debemos perder nuestras tradiciones porque son parte de nuestra identidad como pueblo”, indica.

Y como colofón del paseo, en medio del gentío y el olor a incienso y pib, nos topamos con el altar de la Alianza Francesa, un espacio de veneración a los muertos lleno de sincretismo: con veladoras, flores, una cruz y un pan de muertos coronado con una bandera francesa en el medio. De fondo sonaba música del país galo, entre hipiles y cruces de sal con pétalos.

Las tradiciones sin duda siguen vivas y muestra fiel es este último altar que también se deja influenciar por el Hanal Pixán para celebrar la llegada de los difuntos que ya están a la vuelta de la esquina.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Comparte
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Telegram
Notas recientes.

Síguenos

Yucatán Ahora 2024