Modas e inventos modernos pervierten tradiciones en “Hanal Pixán” reclama investigador

Con el títutlo “Las invenciones del “Janal Pixán” el historiador, investigador y cronista José Iván Borges Castillo publicó un escrito para revalorar las costumbres y valores de la celebración de los Días de Muertos para el pueblo yucateco, señala las argucias, inventos, nuevas modas que ahora pervierten la identidad y tradición de estas ceremonias que forman parte de la cultura de esta región.

En el documento, Borges Castillo reclama que, se ejecuten eventos y exposiciones en plazas públicas, centros educativos, o instituciones particulares, “tradición” creada desde la década de los años 80´del siglo pasado. ¡Por increíble que parezca! La inmensa mayoría de los que participan repiten acciones rebuscadas, creadas por la invención y se olvidan de la realidad cultural que vivieron o aún viven en sus hogares, afirma el docente.

El antropologo y escritor suscribe que, son muchos los errores, leyendas agregadas y fantasias publicitarias las vierten sobre la colocación de la mesa de los santos que se colocan en estas fechas en las casas para recibir a los pixanes que regresan a “visitar a sus familiares”.

Señaló que, contra lo que enseñan algunos maestros en las escuelas, muchos de los conceptos históricos y antropológicos de estas ceremonias son distantes a las modas que ahora se exigen en los altares que son completamente contratarias a las tradiciones yucatecas.

Destacó que, los llamados “tres niveles” en la mesa de santos no existen o nunca se practicaron. Y señala “básicamente “la mesa” o el altar con los santos de la familia que se recicla para la ocasión especial de colocar las ofrendas en los días de finados. Se pretende ver los inframundos mayas o las iglesias triunfante, purgante y militante, no hay tal cosa ni registro histórico que se haya realizado en el pasado. Muchas veces se confunden las gradas de los retablos de los santos de devoción familiar con esos niveles propuestos”.

En el caso del mantel de la mesa, señala que, “muchos colocan hojas de plátano, que porque esto lo hacían los mayas prehispánicos. ¡Nada de eso!, recalcó. Si la familia era pobre y no tenía un mantel, la mesa se colocaba desnuda, y sobre ella se colocaban las ofrendas como la comida, flores y velas. Si alcanza para un mantel este era blanco y en ocasiones con algún bordado” aseveró.

A su vez, las ofrendas son en todo momento, básica con panes y chocolate para los desayunos del 31 de octubre, y para 1 y 2 de noviembre. Las frutas que se colocaban dependían de la huerta familiar, algunas naranjas dulces, o mandarinas, o algún cítrico cultivado. Esta conmemoración se realizaba según la posibilidad de cada familia, no era una derrama económica por cumplir, aseguró.

–Ahora, advierte, se arman altares tan suntuosos que jamás en vida las ánimas vieron en sus casas. Y enfatiza, “se dice que, las ofrendas deben ser que si dos jícaras de chocolate, que si tres velas, que si tres pibes, que esto se debe colar al extremo o en la cima, todo esto es sin fundamento de la tradición oral o histórica.

Además, apuntó, la tradición de la colocación de la Cruz Verde es porque los altares llevan evidentemente las imágenes sagradas de la devoción familiar. La Santa Cruz verde con los símbolos de la pasión es el “arma Christi” que gozó de popularidad entre los mayas yucatecos coloniales y posteriormente con la religión Cruzoob en la guerra de castas.

Recalcó que, en la mesa de santos de las familias yucatecas no tienen cabida caleveras de azucar, calabazas, velas de colores, ni pan de muerto y flores amarillas, cruces de cenizas y mucho menos herramientas de trabajo, porque las investigaciones realizadas no incluyen ninguno de estos productos comerciales que ahora se intentan colocar, extranjerizando una tradición yucateca única en su espiritualidad.

Borge Castillo suscribe: “no hay referencias que estos altares hayan tenido presencia prehispánica, como se alega en los concursos o por ciertos profesores. Lo cierto es que, los antiguos mayas realizaban sus ofrendas a los “Pixanoob” no una vez al año, sino, una vez al mes, según estudios de antropológicos. Ni el Chilam Balam mencionan o dictan algo directo sobre estos ritos, ni mucho menos la tradición familiar, por lo tanto, muchas de estas cosas son “invenciones” sin fundamento alguno”, refiere.

Según indica el historiador, a finales del siglo XVII, las familias mayas preparaban su Pib para colocarlo en una mesa como ofrenda iluminada con muchas velas. Ya para los años 1800, en toda la región de Mérida e Izamal se comía el “Pib” los primeros días de noviembre. Mientras que, en la región de oriente y sur del estado, los “Pibes” se comían en el ochovario.

Los estudiosos de las costumbres antiguas como Luis Rosado Vegas, Santiago Pacheco Cruz, entre otros hablan de una celebración especial con altares parcos y básicos en el interior de las casas, con ofrendas mínimas y con sabrosos “mucbipollo” o “Pib”.

El altar de “los finados” o “los pinados”, como lo llaman algunos mayeros, es una tradición forjada en el sincretismo religiosos en tres centurias de dominación española, forma parte de una muy especial y privilegiada manifestación de honrar la memoria de los abuelos, desde la conmemoración y el profundo respeto que tiene presencia entre las paredes de su casa y entre los límites del solar yucateco, recalcó.

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