Fayad lo ignora, pero la ola viene

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por: Pável Calderón Sosa
Representante de Antocha
en la zona rural de Yucatán

Cierto es que todos los fenómenos del universo tienen una larga historia que les precede, pero con todo y eso, la forma en que estos se manifiestan en el punto en que los conocemos es inacabada, no definitiva, pues nunca cesará su proceso de cambio.

A veces nuestros sentidos nos engañan y percibimos las cosas como terminadas, pero a poco que le acerquemos la lupa a cualquier fenómeno, encontraremos que lo que creíamos acabado, definitivo y estático, está dejando de ser, cuando menos en parte, lo que creíamos que era, y está convirtiéndose en algo distinto, nuevo en cuanto que no existía tal y como se está manifestando ahora.

Los fenómenos sociales no podrían ser de otra manera. En el análisis de ellos Carlos Marx, el más grande científico social de todos los tiempos –del que por cierto AMLO ignora la obra, lo cual no impidió que la descalificara- aplicó toda su sabiduría, su método, y descubrió lo que nunca antes nadie había visto: las leyes del funcionamiento y desarrollo sociales.

En una sección de su obra cumbre, El Capital, analizando la lucha obrera en Inglaterra por reducir la jornada de trabajo ante la explotación tan terrible de que eran objeto los trabajadores, dice al hablar de la las industrias modernas de mediados del siglo XIX, donde primero se sacia el ansia explotadora del capital y se extienden a más no poder las jornadas laborales: “El nuevo régimen material de producción y las nuevas condiciones sociales de los productores, creadas por él determinan los abusos desmedidos, provocando luego, como reacción, el control social que restringe, regula y uniforma la jornada de trabajo, con sus correspondientes descansos”.

Los abusos desmedidos de los industriales ingleses fueron controlados, pues al existir provocaron una respuesta social de una fuerza necesariamente mayor o igual que puediera contrarrestarlos; solo así se entiende que puediera encontrarse un punto de equilibrio entre las necesidades del capital y del bienestar social.

Sigue Marx: “La historia de la reglamentación de la jornada de trabajo, (…) demuestra palpablemente que, al alcanzar un cierto nivel de progreso la producción capitalista, el obrero aislado, el obrero como vendedor “libre” de su fuerza de trabajo, se halla totalmente indefenso frente al capital. El establecimiento de una jornada normal de trabajo es, por tanto, fruto de una larga y difícil guerra civil, más o menos encubierta, entre la clase capitalista y la clase trabajadora.”

Lo anterior viene a cuento porque en el estado de Hidalgo algo parecido, cambiando c por b, ha venido ocurriendo desde hace varios lustros, aunque en nuestro caso, aún no se ha llegado al desenlace del problema. Donde dice “lucha por la jornada normal de trabajo” hay que poner lucha por el progreso de los hidalguenses humildes y donde dice “clase capitalista” hay que poner gobierno represor encabezado por Omar Fayad Meneses.

Los abusos de la clase gobernante en ese estado han ocasionado casi permanentemente la reacción de miles de hidalguenses humildes que tratan de controlar a esos gobernantes déspotas; sin embargo éstos se niegan a resolver las peticiones de los pobres, pretenden desincentivar así la lucha organizada; quieren dejar a éstos solos, indefensos, para emular así al capital, que aplasta a los trabajadores cuando están dispersos.

Entonces estos siguen, sabiendo que en su pobreza ya no les queda nada que perder, perseveran en la “guerra civil encubierta”, larga y difícil, guiados por hombres y mujeres buenos y valientes, con un compromiso firme de “vencer o morir”. Es esta la historia de años del Movimiento Antorchista Hidalguense.

La clave del asunto, el salto que permitirá a los hoy oprimidos pasar de ser los abusados a controlar socialmente el abuso de poder está en lograr, haciendo gala de inteligencia, creatividad, esfuerzo y lucha tenaz –siempre apoyada por sus hermanos de todo el país-, la simpatía o la participación activa en su movimiento, de toda la clase trabajadora, o de una buena porción de ella, lo cual le dará la fuerza necesaria para revertir la situación y tomar las riendas de su destino. Esto, hace mucho que los antorchistas de Hidalgo lo saben; trabajan en ello.

El triunfo de la lucha, cuando hay razón y hay quien siembra esta razón de manera sistemática e incansable entre los humildes, es cuestión de tiempo; cuantimás, cuando la inconformidad que genera en nuestras huestes el antiantorchismo del Gobierno es potenciada por la inconformidad que las medidas antipopulares en Hidalgo y México entero se empieza ya a sentir, por ejemplo, gracias a la lucha anticorrupción que se transformó en una irracional “austeridad”: en los hechos, vulgares recortes de empleos y recursos para las obras y servicios de los pobres. La marcha de la realidad, hermanos hidalguenses, está del lado de ustedes; Omar Fayad en cambio, miope, va contra ella.

Se engaña el señor si piensa que su represión puede ser permanente, envalentonado por las bravatas del presidente de la república, al parecer hoy su amigo y aplaudidor, que le ha declarado la guerra al Movimiento Antorchista Nacional. El presidente fracasará, y antes que él, Fayad, en su intento por dominar la creciente ola que habrá de embestir la injusticia.

El Movimiento Antorchista Nacional trabaja desde hace años en pos de la movilización de toda la clase trabajadora del país que, una vez espabilada, superará en fuerza a los que ahora abusan de ella.

Cada día que pasa, aumentan los agraviados por las desastrosas políticas de AMLO en lo nacional y Fayad en lo local; ese poder que ahora presumen frente a los desvalidos y que aparentemente muestra su fuerza omnímoda, será la razón de su futura y mortal debilidad, pues cuanto más atropellan, a más gente logran reunir en su contra, misma que se unirá, detectando la valiosa guía del antorchismo y formará esa masa poderosa, organizada y consciente, que cambie la correlación de fuerzas, que forme la ola imparable que se mueva a una voz, y que barra el abuso y el atropello para cambiarlos por humanismo y progreso.

Fayad y AMLO, ebrios de poder, no saben que todo esto ocurre – y sin embargo, ocurre- justo bajo sus pies. Sordos como son, no escuchan el rumor de la gigantesca ola que viene. Pero nosotros sí que lo escuchamos, Antorcha Hidalgo, sí que lo escucha, porque viene con el futuro.

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