‘Solo quiero que lo saquen, como sea que esté, yo lo quiero ver’

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Pasadas las 7 de la mañana del lunes pasado, Enrique Javier Torres Hernández “Gato” saludó con un beso a su esposa Elda, quien le dio su desayuno para que se llevara a la chamba, y partió en bicicleta rumbo a su trabajo en el complejo “Calle 60”, a espaldas de Hotel Hyatt. Al día de hoy no regresó, nadie sabe de él. Es un desaparecido de la tragedia que ocurrió el lunes pasado, a las 5:30 pm, cuando se derrumbó un edificio en construcción del complejo que dejó un saldo de cuatro muertos.

Elda mira pero no fija la vista, está como perdida. Está sentada en una silla de plástico roja muy cerca de donde está su esposo Gato, probablemente bajo los escombros. Elda aprieta con fuerza su bolso y mira pero no mira. Tiene la vista perdida de las personas que padecen una tormenta de momentos en la cabeza. Pero no habla, no cuenta nada. Sólo aprieta su bolso y mira sin enfocar.

¿Qué se te pasa por la cabeza ahora, Elda?, le preguntamos.

Suspira y la voz le sale como un hilito que se va a romper de llanto. “El está ahí, yo lo sé, sólo quiero que me lo saquen, como sea que esté yo lo quiero ver”, dice.

Pasado el mediodía de hoy nadie, absolutamente nadie, le ha dado novedades a Elda y su familia sobre la búsqueda de su esposo. Ni representantes de la empresa “Edificun” (responsable de la construcción del complejo “Calle 60”, según informó Eusebio Moo de la CTM), ni la policía, ni los bomberos ni los integrantes de la fiscalía que están buscando a su marido, le han informado nada. La denuncia de la desaparición ya está hecha y sólo le dijeron que debe esperar.

Elda y El Gato están juntos hace 28 años y tiene dos hijas ya casadas, una de 27 y otra de 20, que vive junto con su esposo con ellos. Elda asegura que en 28 años de matrimonio, Gato o “Hijo”, como le dice ella cariñosamente, nunca faltó a la casa.

“Esa mañana nos despedimos y a la una lo llamé para ver qué estaba haciendo y si ya había comido el desayuno que le preparé. Me dijo que sí había desayunado y que estaba en medio de la chamba. ‘A las seis regreso, hoy no me quedo a hacer horas extras’, me dijo”, cuenta Elda.

Pasadas las 6, ella esperaba a Gato para cenar mientras veía la tele cuando la llamó su hija más grande. “Me dijo ‘Mamá ¿Qué está haciendo?’ Le dije que miraba la tele y ella me contestó ‘Mami, no se vaya a asustar pero ¿No llegó mi papá?’ Cuando le contesté que no me dio la noticia: ‘El edificio donde trabaja mi papá se acaba de derrumbar’, me dijo”.

La hija que vive con ella confirmó la noticia vía internet desde su celular. “Ahí estoy marque y marque y nunca me contestó en su celular, así que nos vinimos hasta aquí. Llegamos a las 10 de la noche y ya no había nadie, ni un vigilante. Temprano volvimos pero hasta ahora no tenemos ninguna novedad. Nadie se comunicó con nosotros ni del gobierno, ni de la empresa, nadie. Yo sólo quiero que saquen a mi esposo de ahí”, reclama Elda con voz quebrada y cansada. La bicicleta de El Gato sigue adentro del complejo.

La acompañan familiares, entre ellos Esmeralda, sobrina del trabajador desaparecido. Ella cuenta que ya fueron al Seguro Social, a los hospitales y hasta hicieron la denuncia, pero que por ahora nadie los ha contactado ni les ha dado noticias de su tío. “Hoy temprano un empleado de la Fiscalía nos dijo que estaban buscando el cuerpo de mi tío. Yo les dije que si necesitaban ayuda para encontrarlo, iban a venir parientes nuestros de Cancún y podíamos ayudarlos”, afirma Esmeralda. También confirma que, por un compañero de trabajo de su tío, saben que Gato estaba en el segundo nivel cuando ocurrió la tragedia. “Les avisamos que mandaran a los perros del grupo K9 para que buscaran ahí”, explica.

Elda escucha a su sobrina pero sigue con la vista perdida y aferrada a su bolso. Piensa no sólo en recuperar a su esposo como sea (se despidió de ella el lunes a la una por teléfono con un “Chau, gordita”, como le decía siempre), sino también en las respuestas que no llegan mientras el tiempo pasa y pasa. “Quiero que me digan algo sobre mi esposo, que muestren la cara y digan qué pasó. Que se asomen…”, concluye, y la mirada se le va de nuevo, vaya a saber dónde.- Cecilia García Olivieri.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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