Para mediados de año el agua salada podría ser dulce y potable

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Luego de crear un sistema para desalinizar el agua que obtuvo inmediata patente en México, patente en Estados Unidos el año pasado y tres premios, el ingeniero e inventor Jorge Lechuga Andrade se encuentra ahorita en pleno proceso creativo y científico para darle vida al piloto de invento para que, este mismo año, ya pueda producir agua dulce y potable del agua salada.

Con 35 años de experiencia en la industria privada, 30 años de docencia en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) y 14 años como investigador, Lechuga Andrade no para un segundo. Y ahora arrancó el año en pleno trabajo con alumnos y maestros de la facultad en la creación a escala del desalinizador de agua.

Este sistema permite que el agua entre de abajo hacia arriba, pase por las membranas que giran por revoluciones centrífugas, se filtra el “agua buena”, se rechaza el “agua mala” y ambas son almacenadas en recipientes. El agua buena se transforma en agua dulce y potable.

Tanto la patente como los diagramas de flujo, la membrana que se utiliza (amigable para el medio ambiente) y otras instancias del proyectos, están patentados tanto en México como en Estados Unidos. “Ahora estamos en pleno proceso para hacer una planta piloto a escala, con el menor tamaño posible, para comprobar la eficiencia del proceso. Vamos a hacer con funcione con energía fotovoltaica (solar) para que no consuma energía fósil, que es la derivada del petróleo”, detalla el inventor.

Para Lechuga Andrade es fundamental que la planta de desalinización funcione con energía fotovoltaica o “limpia” –como él la llama- . Para eso utilizarán el agua que se descarta de la planta (recordemos que son dos: una buena, dulce o potable, y otra que no sirve) para enfriar las celdas de la planta fotovoltaica y hacer así que no caliente y produzca más energía solar.

“El agua de rechazo es muy salina entonces, con una postratamiento, hacemos que baje esa salinidad y le podemos dar uso para enfriar las celdas fotovoltaicas y así sean más eficientes y produzcan más energía solar”, detalla.

Lechuga Andrade diseñó un postratamiento basado en las prácticas de Europa y Medio Oriente, que consiste en construir plantas duales o híbridas, en el que la planta A puede tener desperdicio de materia prima que es útil para la planta B. En el caso de la ósmosis inversa, el desperdicio es el agua de rechazo que tiene altos niveles de sal, pero al utilizarse una planta donde se recuperan elementos residuales como el magnesio, que tiene una demanda alta en el mercado, se crea una planta dual donde se evita el desperdicio. Esta fue una de las propuestas principales para evitar los impactos ambientales.

TRAS LA MEMBRANA IDEAL

El ingeniero inventor también está en pleno proceso de conseguir la empresa que le produzca las membranas para la planta desalinizadora. “La membrana es el corazón el proceso y como la que propongo en mi patente es distinta a las que se comercializan en la actualidad, debo ver qué compañía las realizará. Necesito diez módulos de membranas, cada módulo tiene como mil membranitas”, explica.

Lechuga Andrade considera que, para mediados de año, ya estará listo para producir agua potable y además, con energía solar.

El desarrollo de la planta piloto valió para el investigador el reconocimiento de Invención de Desarrollo Tecnológico e Investigación en Ingeniería Química por el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIQ) y el Premio Ing. César Baptista por su Trabajo en Excelencia en Ingeniería Química.- CGO.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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