Tu amor al prójimo es la medida de tu catolicidad” mensaje de Cuaresma del arzobispado

La única verdadera miseria es no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo, aseveró el arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega en su mensaje del inicio de la Cuaresma y que dio a conocer este día.

El Prelado yucateco, aún conveleciente en El Salvador, emitió su tradicional reflexión para la grey yucateca con el inicio de los 40 días que representan la Cuaresma, desde este miécoles de Cenizas, tiempo en el que se estableció los últimos días de Jesucristo en la tierra, antes de morir en la cruz, para redimir a la humanidad de sus pecados.

En su intervención, Monseñor Rodríguez Vega destacó que, “la Cuaresma es el tiempo adecuado para preguntarnos de qué podemos y debemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a nuestros semejantes con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfiemos de la limosna que no nos cueste y no nos duela”, explicó.

«Cristo Jesús, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriqueceros con su pobreza» advierte san Pablo en la carta a los Corintios (8, 9). Dios, en su infinita bondad, nos regala una nueva oportunidad para la renovación personal y comunitaria que nos conduzca hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado, menciona Monseñor Rodríguez Vega.

Y cuestiona, iniciamos un nuevo tiempo de Cuaresma. ¿A qué nos invita esas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico? Cristo se hizo pobre por nosotros, destaca el mensaje. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por nosotros…». Cristo se hizo pobre: nació en medio de nosotros y se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, refiere el líder religioso.

Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino para redimirlo, explicó. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho de que se hizo hombre, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, y nos comunicó la misericordia infinita de Dios

El arzobispo de Yucatán agregó que, la Cuaresma, es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» . Dios no nos pide nada, que no nos haya dado antes: está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos

El problema ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás, no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, es un malestar que tenemos que afrontar como cristianos, manifestó.

“La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación actual para nosotros. De allí que la Cuaresma sea un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo”, agregó.

En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» .

El sufrimiento de los demás constituye un llamado a la conversión, porque las necesidades de los demás recuerda la fragilidad de la vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios, aseveró.

Finalmente, agregó “dar limosna sirve para salir de la soberbia de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir, amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad, concluyó.

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