Nadie está muerto sino hasta que los vivos lo olvidan

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Flores de todos los colores, veladoras, rosarios, pinceles, pintura y utensilios de limpieza son algunos de las cosas que trajeron ciento de familias yucatecas al Cementerio de Xoclán hoy para rendirles tributo a sus seres queridos, en el Día de Todos los Santos.

Los puestos que rodean el cementerio ya estaban listos desde temprano para ofrecer sus productos. Los vendedores de flores, cuyos ramos oscilaban entre 10 y 50 pesos y un poco más caros los arreglos florales, se quejaron de que no estaban vendiendo tanto como esperaban o como años anteriores. La tienda Súper Willys, ubicada en una esquina del cementerio, no paraba de vender veladoras, agua y refrescos.

El sol apretaba ya al mediodía pero eso no impidió que miles de vivos se unieran para recordar a sus muertos. Muchos de ellos ya les rindieron tributo en sus casas, con altares, otros lo hacen a diario, recordándolos con flores y algunos vienen una vez al año al cementerio a arreglar las tumbas.

En el recorrido nos encontramos con muchas familias como la de Rodrigo, que vino acompañado por grandes y chicos y llevaron hasta al perro. El motivo del encuentro en el cementerio fue visitar al abuelito de su esposa, a quien ya le hicieron un altar en la casa. Rodrigo asegura que este evento es de fiesta para los difuntos y que, sin duda, continuará la reunión en la casa.

Cornelia vino este año a arreglar la tumba de sus padres. Está apenada porque el año pasado no pudo venir porque tenía que cuidar a sus nietos, pero hoy se hizo presente desde temprano, asistió a la misa que se ofició en el cementerio y trabajaba en el arreglo de la tumba de sus padres junto a un empleado.

Gabriela es una mamá joven que está con sus dos hijos. En este caso no vino a visitar difuntos, sino a vender agua por cubeta adentro del cementerio. Los que necesiten de su servicio pueden pagarle con el dinero que tengan o dispongan. Este año Gabriela contó que no les ha ido tan bien como otros años, sin embargo esperaba que llegara más gente a visitar a sus difuntos.

Lo mismo les ocurrió a los vendedores de tamales, donde unos mariachis descansan y comen luego de cantarles a los muertos. La dueña del puesto contó que no vendieron tanto como esperaban. “Sin embargo el día todavía no termina”, dijo ilusionada.

El caso de María es uno de los más conmovedores. Junto a dos jóvenes y otra mujer mayor, vino a visitar a su hijo, fallecido hace sólo 15 días. María atraviesa probablemente el dolor más inexplicable que puede padecer un ser humano, el de enterrar a un hijo.

Afuera del cementerio, la policía ordena el tráfico que se embotella a la altura de la puerta principal por la cantidad de gente que cruza constantemente para entrar o salir. El oficial a cargo nos cuenta que espera un día de mucho trabajo hasta las 6 de la tarde, horario de cierre del cementerio.

Con la mitad de sus caras pintadas como calaveras, un grupo de jóvenes venden bebidas energizantes marca “Volt” y parece que son furor porque la gente se las saca de las manos (2 latas por 10 pesos). Una de las vendedoras contó que es una bebida de origen peruano y que gusta mucho. Fueron los únicos vendedores de servicios que no se quejaron de las bajas ventas este año.

El flujo de gente continúa sin freno en Xoclán porque el día así lo amerita. Mañana todo volverá a la normalidad y los difuntos volverán a ser recordados desde los corazones… Eso sí, hasta el año que viene.- CGO.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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