Francisco José Parra Lara
Doctor en Derechos Humanos por la Universidad de Guanajuato
No han sido pocas las veces en que México le ha dado (y sigue dando) la razón al gran y excéntrico Salvador Dalí cuando dijo que nuestro país era más surrealista que él. En la presente colaboración, evocamos aquel caso, aunque de apariencia desprovisto de una mediana lógica y razón, real, más bien dicho, surreal. Y es que cuando aquel aconteció ya habían sucedido eventos, atribuibles a las altas cúpulas de la administración pública, principalmente la federal, que desdeñaban el posible impacto del virus del SARS-CoV-2 (Covid-19), pues lo minimizaban al grado de no bajarlo de una simple gripe, la cual, dada nuestra genética mexicana, aseguraron, no nos afectaría tanto y que, a lo sumo, con el empleo de los “Detente” (como los de la foto que se plasma abajo de este párrafo), estaríamos a salvo. Hoy, atendiendo a la aritmética de Organización Mundial de la Salud (OMS), habría seiscientas mil personas fallecidas en nuestro país que refutarían a gritos tal gravísima actuación gubernamental.
Hablamos del dos mil veinte. Hace tres años, para estos mismos días del mes de abril de ese inolvidable año, se hizo público un documento generado por las más altas autoridades sanitarias del país (la Secretaría -federal- de Salud y el Consejo de Salubridad General) al que se le denominó “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica”. Atento a lo que se transcribirá a continuación, no sería difícil entender por qué dicha Guía no es tan sencillo de encontrarse en las páginas de Internet, al menos las vinculadas con los entes públicos a quienes se atribuye su autoría. No obstante, aquí un enlace para su consulta: https://www3.ugto.mx/accionesug/images/pdf/guia-bioetica.pdf.
Leyendo su preámbulo y primera nota al pie, cualquiera daría por cierta la buena como lógica intención de su elaboración:
Preámbulo
Este documento tiene como propósito ser una guía bioética para la toma de decisiones de triaje cuando una emergencia de salud pública genera una demanda en los recursos de medicina crítica que no es posible satisfacer. Esta guía fue elaborada para hacer frente a la pandemia de COVID19. (Nota: Aún cuando esta guía fue elaborada para hacer frente a la pandemia de COVID-19, también podría ser utilizada durante otras emergencias de salud pública que generan una sobredemanda de medicina crítica.)
Las frases “emergencia de salud pública” y “sobredemanda de medicina crítica”, darían la idea de que, en contextos extraordinarios, como sin duda lo fue la pandemia de mérito, se tendría una guía para hacerlos frente; lo que, sumado a la cientificidad y seriedad que, al menos en teoría, detentarían las instituciones que se reputan como sus coautoras, daría la apariencia de que tenemos en nuestras manos un esfuerzo ilustrado en las ciencias médicas, biológicas y demás disciplinas que proporcionaría luz y esperanza en momentos aciagos, no solo para nuestro país sino para el mundo entero. Para desilusión del lector, al menos al que espera hallar fundamentos científicos dignos del encargo de sus elaboradores, aparece lo siguiente:
2.4 Cómo resolver empates
En caso de que exista un empate en el puntaje de priorización entre dos o más pacientes el proceso para resolverlo será el siguiente. En un primer momento se deberá de recurrir al principio vida-completa. Ello quiere decir que pacientes más jóvenes han de recibir atención de cuidados intensivos sobre pacientes de mayor edad. Las categorías de edad propuestas son: 0-12, 12-40, 41- 60, 61-75, y +75. Si recurrir al principio de vida-completa no desempata a los pacientes entonces la decisión sobre quién recibirá acceso a los recursos escasos deberá de tomarse al azar (por ejemplo, lanzando una moneda). [nota omitida] Cuando los pacientes se encuentren empatados hay que tomar en cuenta que la tasa de mortalidad por COVID-19 no es la misma entre los sexos.
Es cierto. En el parágrafo en cuestión aparece una primera directriz que, de suyo, tiene una fuerte carga de ser discriminatoria de la gente de mayor edad; extremo que el segundo párrafo de ese mismo apartado lo intentaría así salvar: Recurrir al principio de vida-completa no discrimina injustamente a las personas comparativamente más viejas. Ello es así pues la persona que no recibe tratamiento ha gozado de un bien, vivir una vida que incluye más etapas, por más tiempo. Esto quiere decir que la persona de menor edad está en una situación donde perdería mucho más si no accede a los recursos escasos de medicina crítica. Lo que perdería es la posibilidad de obtener el bien de vivir una vida que incluye más etapas.
Ahora, los autores de la Guía, todo indica, intentaron hacer una distinción pro jóvenes para así justificar como, en esos casos de “empate” (entendidos como aquellos en donde no habría más criterios para elegir a qué persona atender antes que a otra u otras), las personas más jóvenes serían primeramente atendidas que las más “viejas”.
Dejando de lado lo sumamente discutible de esa distinción, máxime por toda la propaganda que el gobierno federal y sus seguidores han machacado desde hace años respecto a que, como nunca antes, se ha venido protegiendo a los adultos mayores, que resalta cómo el siguiente criterio es desprovisto de fundamento alguno para, al menos intentar, justificar quién sería atendido y quién no: mediante lo que el periodista Rafael Cardona llamaría “la bioética del merenguero”. Sí, mediante el lanzamiento de una moneda al aire. Cara o cruz y el ganador del volado tendría chance de sobrevivir. Dios decidiendo al azar, se diría.
Como se imaginará, dicha Guía Bioética, al conocerse, fue altamente criticada por sus dos directrices o recomendaciones señaladas, especialmente por la del volado, pues no se entendía cómo podría recomendarse su empleo de esa manera. Falta más: como nota al pie, a manera de sustento lógico-científico de dicha disposición, se halla lo siguiente: Decisión aleatoria es una manera internacionalmente aceptada dentro de la comunidad científica para hacer asignaciones al azar simples entre dos opciones. El problema (grande, como se podrá evidenciar), es que tal nota se asentó en la referencia a esta publicación, en apariencia científica: Suresh, K. An overview of randomization techniques: An unbiased assessment of outcome in clinical research. J. Hum. Reprod. Sci. 4, 8–11 (2011).
Para colmo, la vida de las y los mexicanos dependieron de un surrealismo proveniente de un plagio. El diecisiete de abril de dos mil veinte, unos días después de darse a conocer dicha Guía Bioética, El Universal, en su sección de Ciencia y Salud publicó el artículo “El volado de la Guía Bioética, sustentado en un plagio académico”. Dicha investigación refiere que el artículo base de tal polémico criterio del azar, al que el editor de dicha columna llamó textualmente “artículo basura”, fue invalidado como fuente de conocimiento científico en el año de dos mil quince por la misma revista que lo publicó años antes: el Journal of Human Reproductive Sciences. Podríamos decir que resulta inaudito que, ante tanto doctor e investigador que se mencionan como redactores y colaboradores de la multicitada Guía, se haya pasado por alto dicho dato hecho público por tal famoso periódico mexicano.
¿Qué pasó con dicha Guía Bioética? Que a los pocos días que se hiciera pública, con el reclamo de la Universidad Nacional Autónoma de México, tanto por su contenido como por haber sido excluida de su elaboración, fue degradada a mero “proyecto”, siendo posteriormente sustituida por otra Guía que excluyó de tajo tal bioética del merenguero.
Así fue el surrealista caso de cuando nuestras vidas estuvo, por política pública nacional, a la suerte de un volado.
Una más de las historias del surrealismo mexicano.