Víctor Caballero, tras los despojos del PRI en Yucatán

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tras las derrotas del domingo, los cambios en las dirigencias del Partido Revolucionario Institucional son inminentes, tanto a nivel nacional como estatal.

A nivel nacional, muy poco pudo hacer René Juárez Cisneros ante el desastre que le entregaron a prácticamente un mes de las elecciones, y ahora tendrá que irse, pues no pudo remontar el tercer lugar que finalmente tuvo el candidato priista José Antonio Meade.

En el plano local, la salida de Carlos Sobrino Argáez es demanda de casi todos los grupos priistas, pues lo consideran el principal artífice de la humillante derrota del domingo.

Las fallidas estrategias, las divisiones en los municipios, las imposiciones y el fracaso de los promovidos, son facturas endosadas al dirigente priista.

Respecto a éstos últimos, eran la carta fuerte de la estrategia priista, eran la base sobre la calcularon los votos necesarios para la victoria, pero los promovidos no solo no les respondieron, sino que hasta “coox-viraron” votando por candidatos del PAN y Morena.

En las democracias sólidas no solo es común que renuncien los líderes políticos que fracasan, sino que es sana exigencia, pero en nuestra frágil democracia hay muchos riesgos acechando.

Y decimos esto porque quien quiere quedarse con los despojos del PRI es ni más ni menos que Víctor Caballero, el candidato perdedor a la alcaldía de Mérida, quien parece que no entendió el mensaje de que los meridanos no lo quieren, incluso ni siquiera los propios partidarios del PRI.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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