Vacunación contra COVID-19 reduce la probabilidad de desarrollar eventos cardiovasculares

En el contexto del Día Mundial del Corazón que se conmemora el 29 de septiembre, el Dr. Alejandro Quintín Barrat, Médico Internista y académico de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad del Valle de México, señaló que la vacunación contra el COVID-19 ha disminuido la probabilidad de que los pacientes afectados por el SARS-Cov2 presenten eventos cardiovasculares.

El también académico recordó que en México la principal causa de muerte es por enfermedades del corazón, habiéndose registrado 218 mil 885 fallecimientos en 2020; a esta causa le siguió el COVID-19. De acuerdo con el INEGI, la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en este año se incrementó de 12.3 a 17.3 por cada diez mil habitantes, respecto al 2019.

Especificó que, en los pacientes afectados por el SARS-COV 2 se incrementa la probabilidad de tener infartos, además se han observado enfermedades propias del músculo del corazón, es decir miocarditis. Por otro lado, algunas personas recuperadas de COVID-19 leve, después de seis meses, también han presentado eventos cardiovasculares, tales como arritmias, insuficiencia cardiaca o infartos; incluso en algunos casos que no presentan ningún otro factor de riesgo, dijo.

Quintín Barrat señaló que la recomendación fundamental ante la pandemia es vacunarse contra el COVID-19, ya que se ha observado que aquellos pacientes inmunizados tienen menos probabilidades de tener eventos cardiovasculares.

“Al seguir esta recomendación no solo se cuidará el corazón, sino que podemos disminuir las probabilidades de tener COVID grave” expresó.

El especialista indicó que las enfermedades cardiovasculares, si no provocan la muerte, provocan discapacidad, ya que se genera insuficiencia cardiaca que disminuye la capacidad funcional del paciente, por ejemplo, puede haber problemas de arritmias frecuentes que, a su vez, pueden ocasionar embolias y con ello dar pie a una pérdida de la calidad de vida.
El especialista en medicina interna de UVM Veracruz, expuso que los daños al corazón causados por COVID-19, por inflamación, es decir miocarditis pueden ser reversibles en la mayoría de los pacientes, incluso en algunos que no tienen otros factores de riesgo-. Para ello, cada caso es tratado de manera individual a través de fisioterapia, rehabilitación pulmonar y en algunos casos con estado de coagulabilidad alto, el médico tratante indica algún anticoagulante de acuerdo a su estado de salud.

En tanto que, en el caso de los niños, Quintín Barrat advirtió que se ha visto que aquellos que desarrollan el síndrome inflamatorio sistémico, pueden derivar en problemas cardiacos, hipertensión arterial e insuficiencia cardiaca, aunque es menos frecuente que en adultos y que queden con problemas a largo plazo. En estos casos es fundamental la rehabilitación física y la vigilancia.

El Dr. Quintín Barrat dijo que es importante que el paciente recuperado de COVID-19 haga un trabajo de rehabilitación, aunque haya tenido una enfermedad leve, ya que se ha identificado que la capacidad funcional puede disminuir a largo plazo.

“En el caso de que no haya la posibilidad, ya sea económica o por accesibilidad porque hay varias zonas en nuestro país que pueden no tener un buen rehabilitador físico. Es indispensable hacer ejercicio desde el mínimo de empezar a caminar e incrementar poco a poco la actividad física”, dijo.

Recordó que el canal de YouTube del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) tiene una serie de videos como parte del programa de rehabilitación pulmonar, en donde orienta sobre cómo realizar ejercicios respiratorios. Preciso sobre la importancia de mantener el seguimiento por un médico para supervisar presión, corazón, oxigenación y realice las pruebas adecuadas para comprobar la capacidad funcional del paciente.

Más allá del contexto actual que ha impuesto la pandemia, el especialista recordó la importancia de que todos cuidemos nuestro corazón y explicó que es posible hacerlo a través de acciones al alcance de todos, que consisten tener una alimentación sana y balanceada, reducida en azúcares, grasas trans y en sodio; ejercicio por lo menos 150 minutos a la semana, principalmente aeróbico -70% aeróbico y 30% de resistencia- mantener el peso ideal, no fumar y tomar lo mínimo de alcohol. En caso de tener alguna enfermedad crónica como diabetes, hipertensión, dislipidemias, es necesario mantener bien controlados esos padecimientos.

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