Urge ocuparse en la atención de niños y adolescentes por las altas cifras de violencia

En Yucatán no se han detectado casos de uso de fentanilo en menores de edad. Los problemas más frecuentes detectados por los ingresos al Centro de Integración Juvenil (CIJ) son por alcoholismo, estupefacientes como crack o cristal y mariguana, dijo Víctor Roa Muñoz, responsable del organismo en Mérida.

Roa Muñoz habló con los medios de comunicación luego de darse a conocer el programa Juventudes Yucatán “Planet Youth” y la integración del Consejo Estatal que dará seguimiento a este programa islandés, que se tropicalizará en nuestro estado para atender situaciones de violencia y problemas sociales y de adicciones.

Explicó que, las cifras que se presentaron en este evento respaldan los datos que ha aportado CIJ, pero más que preocuparse, es prioritario ocuparse y sensibilizarse de estos graves problemas que están afectado a una gran parte de la sociedad yucateca, atenderlos de manera directa y aplicar la corresponsabilidad para que los niños y adolescentes puedan superar los graves riesgos a los que se enfrentan.

Argumentó que, los resultados de la encuesta deben de ser tomados muy en cuenta y advertir que, los problemas más graves se inician en casa, por lo que, es preciso responder con mayor capacidad en las tareas, convivencia y condiciones que aplicamos para nuestros hijos, atendiendo a la educación y responsabilidad.

Mencionó que, los primeros problemas de violencia se advierten a edades tempranas, además de la tolerancia, directa e indirecta en el núcleo familiar a las adicciones como el cigarro y el alcoholismo y como punto importante, es que se está atendiendo a los jóvenes con estos problemas, pero los adultos, padres, madres, tutores, docentes, también deben de aprender y responsabilizarse de estos problemas, sostuvo.

El modelo islandés advierte que, el problema son los adultos y deben de establecerse medidas y compromisos familiares para cumplir debidamente con las condiciones de conocer los límites y alcances de sus actos ante la vulnerabilidad de los niños y jóvenes.

La valoración estatal presentada ofrece varios frentes que deben de atenderse de manera inmediata con estrategias y compromisos formales, explicó. El hecho de que, el 40 por ciento de los niños encuestados haya considerado auto lastimarse o atentar contra su persona, da cuenta de la falta de confianza de los niños con los adultos. Que una mínima parte de los niños puedan contarle a sus padres o familiares su situación describe la forma de soledad en la que están atrapados, recalcó.

Por ello, la urgencia de que, los padres de familia, tutores y maestros estén plenamente conscientes de esa responsabilidad que les toca ante una población infantil y juvenil que no logra empatizar con toda la sociedad, que se sumerge en la desesperanza, sin entender las muchas oportunidades que tienen de revertir algún tipo de problema y se refugian en la indiferencia, en la inseguridad y son presa de vicios y adicciones y reproducen insistentemente las violencias a los que son sometidos, puntualizó.

Hay que atender estas señales de alerta, hay que estar preparados para conocer las herramientas para mantener la comunicación constante con los niños y jóvenes, a fin de que, puedan ser abiertas barreras y fronteras que se colocan entre padres e hijos, maestros y alumnos para ayudar en el desarrollo sano de las personas en sus distintas etapas, mencionó.

Tenemos que estuchar a los adolescentes, acompañarlos, tenemos que reeducar a los adultos. Hoy los padres de familia trabajan muchas más horas y tienen que enfrentarse a muchos más problemas que antes, por ello, la necesidad de entender que, los vicios y la violencia se inician en casa y que gran parte de los problemas que heredan los menores son adquiridos en casa o tolerados de alguna manera en el seno domiciliario, enfatizó.

En promedio, en Yucatán los niños se inician en el alcoholismo a los 12 años, en tanto que sustancias y adicciones de advierten desde los 11 años. Por ello, la importancia de detectar a tiempo, oportunamente la condición de los niños para actuar y accionar estas tareas en tiempos como periodos vacacionales y carnavales, donde la laxitud de las actividades ocasiona tiempos sin actividades, manifestó.

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