Sabor y variedad en el Segundo Festival de la Chicharra de Xcalachén

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Contra todos los pronósticos yucatecos, fueron muchos los que llegaron temprano a la “Segunda Feria de la Chicharra de Xcalachén” porque, sin duda, el fenómeno del “Perro de Pavlov” ya les hacía agua la boca de sólo pensar en unos ricos tacos de chicharra mixta (surtida y especial), buche relleno, tripa polchoch y pimitos, entre otras delicias de la gastronomía de esta tierra.

Aunque la cita era a la una del mediodía, desde las 11 am ya había familias, niños, jóvenes y viejos paseando por las calles de Xcalachén, donde las paredes de las casas y locales están decorados por graffiteros yucatecos, quienes imprimieron con aerosol creatividad, ingenio y explosión de colores en diversos lugares del rumbo. La gente que pasaba no podía aguantar la tentación de detenerse a observar y, por qué no, dejar plasmado el momento en una foto.

Una de las chicharronerías más concurridas fue “La Lupita”, legendaria en Xcalachén, con más de 70 años dedicada a hacer crujir el estómago y el corazón de los comensales, quienes hicieron cola de alrededor de 20 personas para comprar su kilo, medio o cuarto de chicarra. Vale aclarar que todos los puestos mantuvieron los mismos precios: kilo de surtida a $160, kilo de especial $200. Los complementos como tortillas, ensalada y salsa estaban a $10 cada uno.

Pepe atiende el puesto de la chicharronería “La Guadalupana”, donde se agolpa la gente a ver los productos que se ofrecen. Dijo que la venta venía muy bien, mientras atendía a un chamaquito de seis años (quien se negó a dar su nombre) y sólo asintió cuando le preguntamos si le gusta la chicharra y señaló con “deditocracia” la cáscara seca para ordenar.
Con la nariz pegada a la vitrina, el pequeño no veía la hora de que se desocupara Pepe para que lo atendiera, así que lo liberamos de preguntas y volvió a su chamba.

Desde antes de las 12 del mediodía, Carlos Manuel May y su familia ya estaban sentados comiendo tacos de chicharra. Vinieron de la comisaría de Caucel y, del 1 al 10, le dieron la puntuación máxima a la chicharra que compraron en “La Lupita”.

Otros tempraneros fueron los integrantes de una numerosa familia de Cancún que andaba de visita por Mérida y no se perdieron el festival. Del 1 al 10, ellos prefirieron darle 12 puntos a la chicharra de “La Guadalupana”.

La chicharronería “El Roble” –otro puesto bien concurrido- era atendido por María del Carmen y su hija Leidy. Contaron que el buche relleno y la tripa polchoch también rellena (ambas con carne, huevo, hierbas, aceitunas y un recado especial) es uno de los pedidos más solicitados de los comensales. Las mujeres chicharroneras nos hicieron probar unos pimitos de-li-cio-sos.

Varios puestos de refrescos tenían variedad a $10 y, para el postre, había helados, arroz con leche, cremitas, cupcakes, pay de queso, pastel de tres leches y los infaltables dulces regionales, todo entre $5 y $20.

También hubo música en dos tarimas y concursos de juegos tradicionales, como carreras argentinas, palo encebado y otros.

Durante el paseo, diferentes grupos musicales amenizaron la estancia, así como también juegos para chicos y para grandes. Si se la perdió, no importa, seguro que después de esta convocatoria exitosa, se viene el tercer festival… Próximamente.- Cecilia García Olivieri.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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