Por ser de “mal agüero” atacan y lesionan a una lechuza en Timucuy

YUCATÁN, 13 de mayo de 2020.- Las creencias sobre los búhos y lechuzas en Yucatán ocasionaron un nuevo ataque a un ejemplar de campanario (Tyto alba) en la hacienda de Subincancab, a la cual incluso le arrojaron agua bendita para “proteger” a su comunidad.

El hecho ocurrió la noche del lunes, cuando pobladores de la hacienda, ubicada en el municipio de Timucuy, observaron a la lechuza y la agredieron con piedras hasta hacerla caer. Las agresiones ocurrieron debido a que se cree que esa ave es de “mal agüero”.

Al día siguiente, al verificar donde cayó, los pobladores le arrojaron “agua bendita” para “protegerse” y “proteger a su municipio”, de acuerdo con la información de unos jóvenes que la rescataron.

Los jóvenes se comunicaron a la organización Proyecto Santa María, quienes se encargaron de solicitar la intervención de autoridades ambientales por tratarse de un ejemplar de vida silvestre.

Como resultado de las agresiones, la lechuza presentó fracturas en el pico y el ala, por lo que sus probabilidades de sobrevivir son inciertas, solo por tener la mala fortuna de ser protagonista de infinidad de mitos y leyendas por sus hábitos nocturnos, que les traen como consecuencia ser perseguidas por humanos que muchas veces acaban son su vida.

Sobre el mito:

En Yucatán existe un mito verdaderamente espeluznante, el del pájaro Xoo’ch, como se le conoce en lengua maya o lechuza de campanario (Tyto Alba).

Su pesado aleteo, silueta blanca y grito en la noche calma del Mayab, asustan al campesino y es presagio de muerte.

Esta ave nocturna o a’ak ab ch’iich en lengua maya, se cree es de mal agüero o tomojchi que en maya significa presagio de malos eventos, contribuye con el mito al vivir y anidar en panteones y cavernas en busca de la soledad nocturna.

Se dice que al volar en las noches sobre alguna vivienda, cantar o dejar caer un vaho, fluído o pluma, hace tomojchi (presagio de muerte) por lo que los habitantes en caso de haber bebés en casa deben poner machetes, coas, tijeras, chanclas en forma de cruz debajo de la hamaca o una cruz de 9 piedras en el techo como protección.

A pesar del valor cultural de este mito y que el mensaje es reforzar el cuidado y protección al menor vulnerable, también es cierto que no deja de ser un mito o leyenda.

La realidad es que estas aves contribuyen al control de plagas, roedores y serpientes, y no deben ser satanizadas ni perseguidas.

Este mito ha sido arrastrado por varias generaciones, pero actualmente son más los jóvenes que deciden no continuar con las persecuciones, al contar con más apertura y una cultura en favor de la conservación, como el caso de los que rescataron al ejemplar en la hacienda Subincancab.

Comparte
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Telegram
Notas recientes.

Síguenos

Yucatán Ahora 2024