Personaje yucateco: Jorge Balam, ajedrecista

[vc_row][vc_column][vc_column_text]La recuerda hermosa, como ahora cuando la mira, porque para él el tiempo no pasó.

Esa tarde de 1979, ella tenía un vestido verde y el cabello suelto, lacio y largo. Mientras él estaba en pleno juego de una partida de ajedrez en un torneo estatal, ella pasó caminando a su lado y lo flechó. Él, un obsesivo del ajedrez, se olvidó del tablero, las piezas, su alfiles, torres y peones y volteó a verla. Hasta podía olerla. Entonces dejó el juego y la siguió.

Ella iba acompañada de otra mujer y, aunque apenas se percataron de su presencia, la acompañante le dijo al ajedrecista que iban a cambiar un vestido a una tienda cercana. Y ahí fue él, tras ellas.

Recuerda que las dos mujeres se tardaron pero para él el tiempo se había detenido cuando la vio. Sin embargo, en un momento se le vino a la cabeza la jugada, su contrincante, el tablero, los alfiles y peones y salió corriendo otra vez al torneo. Llegó cinco minutos antes de que su reloj cayera por tiempo. Y ganó. En realidad el trofeo se lo llevó desde el momento en que la vio y todavía siguen juntos.

El ajedrecista es Jorge Balam y la muchacha del vestido verde es Rosa María. Están juntos hace casi 40 años y son los dueños de la tienda “Diagonales, mundo de cuadritos”, ubicada en “Plaza Diamante”, frente a la Plaza Grande meridana. Jorge juega al ajedrez desde la preparatoria, cuando Bobby Fisher –su ídolo de aquel entonces- estaba en la cresta de la ola de su genialidad.

Patear el tablero

“En 1972 yo estaba en la prepa y se formaban grupos de juego. Recuerdo que observaba las jugadas pero no entendía nada. Entonces alguien me prestó un libro de ajedrez y, mientras leía, miraba cómo jugaban. Un día me animé a sentarme frente al tablero y desde entonces se volvió una pasión”, explica Jorge.

Con casi medio siglo de juego, campeonatos, premios y miles de partidas, Jorge es de esos tipos que, como sugería Confucio, eligió un trabajo que le gusta y no tuvo que trabajar ni un día de su vida. Pero le llevó su tiempo darse cuenta que, a veces, vale la pena patear el tablero.

Luego de estudiar Derecho y trabajar como editor en un diario durante 33 años, un día dijo basta. Ya no quería hacerse mala sangre, estresarse, doblegarse… No señor. Quería ser feliz. Entonces, dejó su empleo en el periódico meridano y se tomó dos meses para observar la partida que la vida le ponía delante suyo. Por cierto Rosa María, la chica del vestido verde y cabello suelto y lacio, lo acompañaba en esta decisión.

Causa y efecto, dicen. Al poco tiempo, un empresario contactó a Jorge para proponerle instalar una tienda de ajedrez y surgió un puesto en Plaza Diamante. Desde ese entonces, hace ya seis años y medio, Jorge sigue al pie de la letra la sugerencia de Confucio y trabaja y es feliz al mismo tiempo. Ah, y arriba de la tienda, en el mismo centro comercial, fomenta el club de ajedrez “Bobby Fischer”, adonde acuden personas de todas las edades y jugar y aprender.

“Nuestro club independiente es el más dinámico de todo México. Nuestro objetivo es popularizar el ajedrez para que la gente piense”, y cuando dice la última palabra, Jorge la remarca con la voz como si fuera un plumón fosforescente.

“Estamos en campaña para que la gente sea pensante, el ajedrez debería ser subsidiado, aunque eso es algo que al gobierno de México no le conviene”, remarca Jorge.

Beneficios

¿Para qué sirve jugar ajedrez?, le preguntamos al experto. Entusiasmado responde como si repasara una lista que armó miles de veces: “Ayuda a reflexionar, a ser lógico, a tener paciencia, a ser calculador, audaz y es una herramienta perfecta para desarrollar la toma de decisiones”, enumera.

También agrega que el ajedrez brinda al jugador conocimientos de geometría, aritmética, mejora el rendimiento escolar, previene el mal de Alzheimer y fomenta la convivencia entre generaciones. Jorge asegura que, desde los cuatro años, un niño ya está listo para jugar ajedrez y que cualquier persona puede jugarlo.

 

La tienda “Diagonales, un mundo de cuadritos”, tiene variados tableros y piezas para todos los gustos. También cuenta con accesorios como bisutería, bolsas, llaveros y hasta prendas de vestir que Rosa María, la chica del vestido verde, realiza con mucho cariño. Pueden pasar a visitar la tienda todos los días de 9 am a 8 pm.

El Club “Bobby Fischer” ofrece, a partir de las 3:30 pm, clases de ajedrez por una módica suma de dinero. Los domingos, a partir de las 11:30 am, hay clases gratuitas para principiantes. Para más información, pueden contactar al celular 9992-744260.

Mientras tanto Jorge, relajado, platicador y despeinado (la antítesis del Jorge que trabajaba en el diario hace años), recibe a un cliente joven que lo mira desafiante y le propone jugar. Ahí nomás, Jorge despliega un paño a cuadritos sobre el mostrador y comienza a acomodar las piezas. La plática terminó, sin duda. Ahora viene la diversión.- Cecilia García Olivieri.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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