Obituario: Raúl Peniche Peraza

A los 81 años, ayer por la tarde falleció en esta ciudad el empresario y modelista Raúl Efraín Peniche Peraza

Propietario de la Maderería Peniche, fue presidente de las dos directivas del Club Escuela Modelo en los periodos 1971-1972, 1972-1973 y 1991-1992.

Fue presidente de la asociación deportiva “Juan N. Cuevas” y directivo de la Liga de Fútbol del mismo nombre.

Fue padre de la periodista Lissett Peniche, actual directora de comunicación social de la Dirección de Cultura del Ayuntamiento. También suegro del periodista Edgar Muñoz Acevedo, casado con Lissett.

Le sobreviven también su hija Roxanna, hijo Raúl Efraín, nietos y demás familiares.

HIJOS POLÍTICOS: Además de Edgar Eduardo, Emir Alfredo Gutiérrez Dáguer y Leniter Toral Digón.

NIETOS: Muñoz Peniche, Gutiérrez Peniche y Peniche Toral.

HERMANOS, Luis (ya fallecido) y Ana María Peniche Peraza (soltera)

HERMANA POLÍTICA: Rosemary Gorocica Buenfil de Peniche y Laura Patricia, Omar y Roger Sacramento Bravo.

Fue presidente del Club Escuela Modelo en dos períodos, de 1971 a 1972 y de 1991 a 1993 y fue también presidente de la Asociación Deportiva “Juan N. Cuevas” de la Escuela Modelo cargo que desempeñó desde su creación en 1983 hasta el último día de su vida.

Fue uno de los promotores y organizadores de los torneos de la Liga de Veteranos de la Escuela Modelo.

Fue presidente de la Cámara de la Industria Maderera de Yucatán de 1997-1999 y de 2004-2006.

Los restos fueron llevados para su incineración en la Funeraria La Piedad y sus cenizas serán depositadas en una cripta familiar en la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Itzimná, donde momentos antes, a las 19:00 horas, se celebrará una eucaristía por el eterno descanso de su alma.

Sobre el señor Peniche Peraza, su entrañable amigo Ariél Avilés Marín publicó el siguiente escrito en su cuenta de redes sociales:

Ha desaparecido una figura familiar para todos aquellos que, de alguna manera, tuvieron contacto con el modelismo en cualquiera de sus ámbitos.

Por más de cincuenta años, la presencia de Raúl Peniche Peraza era cotidiana y obligada en el local de Paseo Montejo de la Escuela Modelo.

Raúl Peniche era integrante de una generación que mantuvo unión y coherencia a través del tiempo, en su militancia modelista. Precisamente, el día de hoy (por ayer), esta generación se reunió en el local de la Escuela, para celebrar sesenta y cinco años de haber egresado de la secundaria de la escuela. Raúl, fue un gran ausente en esta entrañable reunión. Modelista él, hijo de un gran modelista, Efraín Peniche Erosa, padre de modelistas, abuelo de modelistas, su filiación incondicional a la Escuela Modelo, fue una constante en la vida y la actuación de Raúl Peniche en toda su existencia. Hoy se ha marchado, y deja un vacío amplio y profundo en el ámbito del modelismo, muy difícil de llenar.

Raúl tuvo una participación activa en la vida del Club Escuela Modelo. Se incorpora a la directiva en el año de 1969, siendo colaborador del presidente Renán Silveira Rodríguez, y desde ese año, su presencia en el club fue de todos los días, incluidos los domingos, pues tuvo siempre una gran participación, primero en la Liga Infantil y Juvenil de Club Escuela Modelo, de 1967 a 1975, y luego, en la Liga “Juan N. Cuevas”, desde su fundación en 1980, hasta la fecha presente. Fue el único directivo de tiempo completo y sin restricción de horario.

En todos estos años, era el único que estaba diariamente en el Club, para resolver cualquier contingencia inesperada que se presentara. Si no había árbitro para el juego de veteranos, y había protestas por su posible suspensión, ahí estaba Raúl para resolverlo. Si se quemaban los fusibles, y el local del Club se quedaba a oscuras, ahí estaba Raúl para resolverlo. Fue el último que mantuvo viva la práctica del Softbol en el Club, mientras las noches de los lunes, miércoles y viernes, eran noches de futbol, los martes y jueves, se jugaba softbol en el Club, y logró aglutinar un importante número de equipos, que daban vida a las noches del Club con la práctica de deporte.

Hay cosas de la vida del Club, que pocos saben. El Club Escuela Modelo, hasta el año de 1972, no tenía una calle petrolizada para acceder al local; fue la gestión de Raúl Peniche, ante el Ayuntamiento de Mérida, la que logró la petrolización de la calle 56, y así tuvo el Club un acceso funcional y decente. El Club Escuela Modelo, no contaba con servicio de agua potable, y fue Raúl Peniche quien promovió la instalación de este servicio básico.

En el año de 1970, nos preparábamos para celebrar las Bodas de Oro del Club Escuela; una noche, estaba reunido el comité organizador, cuando se presentaron los socios de una antigua mutualista que se había integrado para dotar de casa a Lucrecita Vadillo y Don Antonio Rivero, pues había llegado ya el fin de la mutualista y su liquidación. En ese tiempo, la vida del Club había caído en un total abandono, y por ende, nadie se había ocupado de pagar las cuotas de aquella mutualista. La deuda ascendía ya a la terrible cantidad de cien mil pesos, lo cual en esa época era una cantidad significativamente mayor a lo que sería hoy. Sin miramientos, los socios de la mutualista nos comunicaron que, al terminar el último festejo de las Bodas de Oro, el local del Club sería embargado y saldría a remate.

Inútil resultaron las súplicas o el solicitar un plazo para remediar este problema, todo fue estéril, los miembros de la mutualista se mostraron inflexibles; entonces, Raúl Peniche les preguntó: – ¿Con que cantidad que entregáramos ahorita como garantía nos darían un plazo para pagar el resto? Los miembros de la mutualista se reunieron aparte, y cuando regresaron nos dijeron: – Con treinta y cinco mil pesos podemos darles un tiempo para cubrir el resto de la deuda. Sin pensarlo, Raúl Peniche dijo: – Correcto, esperen un momento, voy por el dinero. Salió del Club y regresó un momento después con el efectivo, y se conjuró así el peligro que pendía sobre el Club. Ya con la oportunidad de un plazo, organizamos la rifa de un Sedán Volkswagen para cubrir el saldo de la deuda.

La noche del sorteo fue de una gran tensión, nos reunimos para escuchar por radio el sorteo de la Lotería Nacional, aquello se volvió un grito de alegría, pues el número premiado estaba entre los que no se habían vendido, y el total de lo recaudado se aplicó a saldar la deuda. Así se salvó el Club, pero nadie se acordó nunca más de devolverle a Raúl el dinero entregado para parar el embargo y el remate, y él tampoco lo pidió nunca. Así era su amor por el modelismo.

Fue un buen deportista, se desempeñó como portero en equipos de primera fuerza, su actuación con el equipo Escuadrón Aéreo, en la máxima categoría amateur siempre era recordada entre los deportistas. Luego, militó muchos años en el Futbol de Veteranos del Club Escuela Modelo, como portero del inolvidable equipo Piratas. Fue un impulsor del futbol, primero en la Liga del Club, y luego en la Juan N. Cuevas. Presente siempre los sábados y domingos, siempre estuvo listo para intervenir para solucionar cualquier problema que se presentara en los juegos infantiles y juveniles. La Liga Juan N. Cuevas inicia sus actividades en febrero de 1980, y tres años después, se integra la Asociación Deportiva “Juan N. Cuevas”, y él asumió la presidencia de esa agrupación hasta el día de su fallecimiento.

También impulsó el atletismo y fue un activo colaborador de la competencia “Sansón Novelo”, todos los años que estuvo activa esta importante justa de atletismo. En tres períodos se desempeñó como presidente del Club Escuela Modelo, en 1971-1972, 1972-1973 y 1991-1992, entregando siempre resultados eficientes en la vida de la agrupación, como los ejemplos de la calle y el agua potable.

Quizá su faceta más conocida en la vida diaria del modelismo, fue su labor al frente de la Cafetería Blanco y Azul del Club, de la cual fue concesionario por más de cincuenta años. Ahí, en su cafetería, escribió una de las páginas más bellas de amor por los niños de la escuela, que recibían ahí un trato amable y cariñoso. Raúl, gozaba y consentía a los niños cómo nadie.

En apariencia, gruñón y mal geniudo, profesaba a los niños un cariño profundo. Muchas veces lo vi regalar sus productos a los niños que, él sabía, no tenían para cubrir el precio y se los daba sin hacerlos sentir mal o exhibidos. Esa era calidad humana pura. Sus tortas, constituyen toda una tradición, tanto en la escuela como en el Club. Entre los directivos del Club, se jugaba una broma; las tortas de Peniche, iban acompañadas de Charritos Díaz, y se acordó decir que eran acompañadas por camarones, creándose la tradición de que, los Charritos Díaz, en el ámbito del Club Escuela Modelo, era camarones.

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