Mujer contra mujer: la cara más intolerante de las activistas

Por: Martha Zamudio Cáceres

MÉRIDA.- Prejuzgar, discriminar, desvalorizar por el hecho de ser diferente, agredir, violentar y descalificar a la mujer, fueron algunos de los motivos que dieron origen a las luchas feministas en México y en nuestro estado.

Fueron años de lucha por ganar espacios y obtener derechos para todas las mujeres, sin importar raza, condición social o nivel de estudios.

Hoy las mujeres están mucho mejor que en años anteriores y un ejemplo fue la reciente contienda política, donde ganaron muchos espacios a tal grado que serán mayoría en varios niveles y rangos de gobierno.

En medio de estos avances, lamentablemente surge una contradicción por parte de quienes se ostentan como “dirigentes morales” del feminismo en Yucatán, que con el paso de los años se han convertido en un grupo intolerante que considera que si no son ellas las que encabezan la lucha a favor de las mujeres, entonces nadie puede hacerlo.

El reciente nombramiento de María Cristina Castillo Espinosa en la Secretaría de las Mujeres ha generado críticas por parte de este grupo, con una virulencia tal que podría incluso considerarse violencia política de género promovida por mujeres contra otra mujer.

Prejuzgando, las activistas defensoras de la llamada transversalidad de la perspectiva de género aseguran que la ex directora del DIF Yucatán carece de perspectiva de género.

Sin conocerla, la descalifican por su presunta falta de preparación y porque supuestamente proviene de una dependencia asistencialista como el DIF, lo cual es falso por varias razones: primero porque desde el DIF no sólo se reparten apoyos sino también porque allá se atienden en el frente de primera línea los casos de violencia a la mujer y a las niñas en coordinación con la Prodemefa, la Fiscalía General del Estado y la propia Semujeres así como el Centro Estatal de Atención a Victimas.

Al descalificar de antemano a una mujer por su presunta falta de capacidad y de trabajo se está cayendo en una situación de violencia de género política contra otra mujer. ¿O es que solo las mujeres que pertenecen al grupo de activistas son capaces y sororas?

En un escrito señalan que a tres años de la labor de María Herrera Páramo no ha habido suficientes resultados, pero se les olvida que fue este grupo de activistas el que la propuso para el cargo.

La razón de fondo es muy simple: este grupo de activistas se está convirtiendo en un selecto grupo que quiere decidir quien tiene y quien no tiene perspectiva de género.

Al parecer, tienen miedo de que otras mujeres les quiten la bandera con la que han lucrado por años con la noble causa de defensa de las mujeres.

El mérito de ser pioneras en la lucha a favor de las mujeres nadie se los va a quitar, pero ya va siendo tiempo de que entre sangre nueva en estos colectivos. Renovarse o morir, abrir espacios, permitir que más mujeres se sumen a la lucha y, sobre todo, desterrar la intolerancia que es la madre de todas las guerras.

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