Con información de 8am.com
El 17 de junio de este año, un hombre resultó baleado en inmediaciones de la Súper Manzana 25 de Cancún. Según testimonios recabados en el lugar, la víctima presentó varios impactos de arma de fuego y su estado de salud se reportó delicado tras ingresar al hospital general de Cancún. Fue identificado como Jorge H.S.A., originario de Mérida. Falleció a los dos días.
El 20 de julio se reportó que un hombre de Tekax fue ejecutado en el interior de su casa, ubicada en la Región 259, en Cancún. Murió de cuatro impactos de bala, los cuales recibió mientras estaba acostado en una hamaca; le dispararon desde la puerta.
Fue a las 10:43 horas cuando el número de emergencias recibió la alerta que había una persona lesionada por arma de fuego en el fraccionamiento Paseos de las Palmas, calle Palma Betel de Cancún.
Tras el reporte, al lugar llegaron elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), así como paramédicos de la Cruz Roja, pero estos no podían entrar porque el protector de metal estaba cerrado, por lo que un cerrajero tuvo que abrir para que pudieran entrar. Los paramédicos sólo confirmaron que el hombre ya no presentaba signos vitales.
El 3 de noviembre, el cuerpo de un yucateco, al parecer asesinado, fue encontrado en una casa de un fraccionamiento del sur de Cancún. De acuerdo con los primeros reportes, se presumió que la persona fue asesinada en el transcurso de la madrugada en una de las privadas de Gran Santa Fe Plus II.
El 24 de noviembre, con la ejecución de un hombre originario de la comisaría de Checmil, perteneciente al municipio de Chemax, la estadística llegó a 18 casos. La víctima fue asesinada en la carretera Tulum–Playa del Carmen, hecho que consternó a la comunidad de Checmil “ya que era una persona tranquila y muy trabajadora”, según reportes periodísticos.
Fue asesinado cuando transportaba a un grupo de turistas a un hotel en la zona hotelera de Playa del Carmen, fue entonces “cuando fue abordado por los sicarios que le dispararon a quemarropa”.
Mueren más yucatecos de manera violenta en Quintana Roo que en Yucatán. En el estertor del año, los casos sobrepasan la docena, trágica si se tienen en cuenta que la tendencia es al alza.
Con el crimen respirando en la nuca, en las puertas, muchos yucatecos aún no dimensionan qué pasaría si el crimen organizado hace metástasis y traspasa los límites; creen que estas tierras son inmunes a la violencia, blindadas por la tradición, santuario inexplicable: No es así. El peligro está ahí, nos ruge y muestra los dientes. Podemos hacer como que no pasa nada, y esperar, con ingenuidad de provincia. O podemos evitar que suceda.
