Migración de yucatecos por oportunidades de empleo feminiza el campo

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El fenómenos de migración en comunidades rurales de Yucatán ha obligado a que sean las mujeres las que tomen las riendas de la vida en los pequeños poblados mayas. Jorge Torres Flores, docente e investigador de la Universidad Chapingo, señaló que nuestro estado hay poblaciones donde hace 35 años que no hay divorcios.

Torres Flores participó en la mesa de debate “Iguales pero diferentes, diversidad, cultura genética y sexual”, en el marco de la XVII Semana Cultural de la Diversidad, que se celebró la semana pasada en la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).

Expresó que la ausencia de la figura masculina en las tareas del campo ha obligado a que sean las mujeres campesinas y ejidatarias las que marquen el nuevo rumbo de las tareas productivas de las comunidades. Detalló que por encargo de un organismo federal de programas al campo tuvo la encomienda de organizar grupos de trabajo en tareas productivas, para su sorpresa, de las 780 unidades registradas, 600 son exclusivamente de mujeres.

Torres Flores destacó que muchos de estos temas son poco visibles, pero notoriamente importantes, debido a que la falta de empleo, oportunidades y condiciones de vida en los municipios del centro del estado, han obligado a la migración de decenas de personas, funcionalmente varones.

Quintana Roo, pero funcionalmente California, Estados Unidos son los destinos a donde se trasladan cientos de personas para buscar una nueva expectativa de trabajo y mejores condiciones para salir adelante. Esto ha obligado a que cientos de mujeres jóvenes tomen las riendas de las tareas que antes eran únicamente de los varones, desde las necesidades del campo, hasta la educación, distribución de funciones en la vivienda y sus relaciones interpersonales con la comunidad.

El docente expuso que investigaciones realizadas en poblaciones como San José, Tixcacalcupul, al oriente del estado, hace 35 años que no se registra ningún divorcio, producto de que la mayor parte de los hombres de esa comunidad han migrado y la gran mayoría no regresó.

Puntualizó que otro factor es que decenas de varones jóvenes solo están en las comunidades un día a la semana, ya que viajan por trabajo a los distintos puntos de Quintana Roo donde laboran tanto en la construcción, como en empresas turísticas.

De ahí que las mujeres sean quienes respondan por las tareas domesticas, la distribución de los recursos, las autorizadas a educar a sus hijos, pero también quienes deben acudir a las reuniones vecinales, juntas ejidales, eventos locales.

Es importante decir, agregó, que las mujeres campesinas no se conforman con el sustento que les aporta el hombre de la casa, ya sea por remesa de envío de dinero o por aportaciones que entregan en sus visitas semanales, sino que ahora forman cooperativas, buscan recursos y fondos para capacitarse en tareas que les reporten más fondos para sus necesidades económicas.

En este momento, hay organizaciones campesinas femeninas que están creando unidades agroindustriales con los fondos que otorga el gobierno, tienen tareas artesanales, pero también se forman y reproducen mecanismos para solicitar créditos y producir prendas de vestir, alimentos, crías de animales de traspatio, siembra de hortalizas y elaboración de productos como hamacas y bisutería, señaló.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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