Las aguas de Sisal, como páginas de libros que ya casi no se leen

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El pueblo de Sisal, en Yucatán, es un apacible destino de playa y una importante fuente de empleo para los pescadores que a diario sondan sus cálidas aguas en busca de sustento. Entre los siglos XVIII y XIX, sin embargo, fue un bullicioso puerto que atrajo a numerosas embarcaciones, muchas de las cuales jamás llegaron a su destino, ni volvieron a ser vistas hasta ahora, cuando expertos de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron sus vestigios.

Se trata de tres sitios que identificaron con la ayuda de guías locales, y que corresponden a un barco de guerra holandés del siglo XVIII, un vapor británico del XIX y un faro de finales del XIX e inicios del XX, informó la arqueóloga Helena Barba Meinecke, responsable de Arqueología Subacuática Península de Yucatán de la SAS.

Como parte de la temporada de campo 2017, del Proyecto Integral para la Protección, Conservación, Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural Sumergido de la Península de Yucatán, se localizaron los que se consideran los pecios más antiguos del área de Sisal.

El primero de éstos ha sido denominado Cañones de Madagascar, dado el material encontrado y su localización en el arrecife Madagascar, a 22 millas náuticas (40 kilómetros) al noroeste de Sisal.

“Registramos en dibujo, fotografía y vídeo, un total de 12 cañones de hierro cuyas dimensiones —de 2.5 metros de largo por casi medio metro de diámetro— guardan semejanza a la artillería de las fragatas de guerra holandesas que navegaban las Indias Occidentales en el siglo XVIII”.

A partir de un examen visual se infirió que cuatro de estos cañones fueron alijados, es decir, que la tripulación los arrojó por la borda intentando reflotar la nave que, “por el tamaño y el número de armas, debió pesar más de 300 toneladas”.

Más adelante, 19 metros al sureste, el equipo de la SAS halló ocho cañones y ocho balas de cañón, además de fragmentos cerámicos, que parecen haberse hundido en un solo momento, por lo que se cree es el sitio del naufragio. Empero, señaló la arqueóloga del INAH, este segundo grupo está cubierto por una capa de más de 15 centímetros de coral, de allí que el barco, sus montículos de lastre u otros elementos, como su clavazón o recubrimiento, puedan encontrarse bajo el coral, o bien, dado que comúnmente los cascos se hacían de madera, quizá éste se haya degradado por la temperatura, la corriente marina y otras acciones naturales del medio.

La filiación del pecio se conocía previa salida a campo, al contarse con referencias del Archivo General de Indias, en Sevilla, España; en específico, una carta del entonces gobernador de Yucatán, Antonio de Cortaire, fechada en 1722, en la que ordenaba revisar el sistema de vigías en la costa norte de su territorio, ello tras enterarse del naufragio en febrero de aquel año —temporada de los letales “vientos norte”— de dos fragatas holandesas con mercancía de contrabando, cuya tripulación, conformada por holandeses e ingleses, fue rescatada y trasladada a Sisal.

No se sabe aún a cuál de las dos fragatas pertenece el derrelicto, sin embargo, los especialistas del INAH trabajan en su identificación mediante el estudio de sus materiales.

El segundo pecio encontrado fue llamado Vapor Adalio, en honor al abuelo del pescador local Juan Diego Esquivel, que condujo a los arqueólogos hasta su ubicación, 1.08 millas náuticas (2 kilómetros) al norte de Sisal.

Se trata de un barco de vapor tipo Mississippi, cuya máquina de balancín y ruedas de paleta, entre otros elementos, indican que fue construido entre 1807 y 1870, previo a los vapores de caldera tipo escocesa y triple expansión.

De acuerdo con las características de su maquinaria, la embarcación habría sido fabricada, en su parte técnica, por la Royal Mail Steam Packet Company del Reino Unido; matriz similar a la de los vapores HMS Forth y HMS Tweed, naufragados en el siglo XIX en el arrecife Alacranes —ubicado a nueve horas al norte del puerto de Progreso, en Yucatán, y de funesta reputación entre los antiguos marinos— e identificados en 2013 por personal de la SAS.

“Un gran descubrimiento junto con restos de porcelana y cerámica de gres, fueron ocho cubiertos que recuperamos tras realizar un pozo para el estudio estratigráfico del fondo marino en el sitio del Vapor Adalio. Son importantes dado que en otros lugares hemos encontrado objetos como anclas y balas, propios de la navegación, o bienes de comercio y consumo, pero no utensilios como cucharas, tenedores y cuchillos que, en este caso, hablan de la vida cotidiana a bordo durante el siglo XIX”.

El tercer hallazgo corresponde a un faro antiguo detectado a dos millas náuticas (3.7 kilómetros) de Sisal, cuya ubicación fue compartida igualmente por Juan Diego Esquivel. Pese a que está seccionado, se sabe medía ocho metros de altura y 3.5 de diámetro.

Acorde con la investigación en gabinete del equipo de la SAS, este faro habría sido edificado a finales del siglo XIX, cuando el gobierno porfirista estableció vigías en diversas costas e islas de México. Probablemente fue arrancado de su sitio por una tormenta tropical.

Helena Barba encomió el papel que desde 2003 tienen los informantes locales en cada temporada de campo, pues “ellos conocen y protegen los sitios donde hay vestigios, porque son también los lugares en donde obtienen su pesca”. Por lo mismo, dijo, se les invita a participar y se les explica la importancia de los datos que comparten, además de que se procura que los pecios queden registrados en su tributo.

Completan circuito en la península de Yucatán

La finalización de esta temporada de campo en Sisal completa un circuito de navegación y reconocimiento que la SAS inició en 2003 dentro del litoral de Campeche.

“Hoy tenemos un número de pecios, es decir, embarcaciones, anclas, cañones y otros elementos aislados, que suman más de 400 registros dentro del Inventario y Diagnóstico de Recursos Culturales Sumergidos en el Golfo de México y Caribe Mexicano”. La ubicación de cada uno en sistemas GPS está resguardada en el Sistema de Información Geográfica de la Subdirección de Arqueología Subacuática Península de Yucatán (sede Campeche) del INAH.

La arqueóloga destacó también el rol de su equipo de trabajo, formado por el historiador Abiud Pizá Chávez, la arqueóloga Rocío Escalante Posse, el técnico administrativo Gabriel Quetz León, la licenciada en finanzas Auricelly García, la licenciada en estudios humanísticos y sociales Patricia Garza González, y el capitán de embarcación y guía desde hace cuatro años, Óscar Ucán Ravell.

El trabajo de gabinete de los restos hallados en esta ocasión continuará en dos frentes, uno atendido por Helena Barba desde el Archivo General de Indias, en España, y otro por el historiador Abiud Pizá en los archivos generales de la Nación y del Estado de Yucatán. (Con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia)[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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