La ley es mala cuando una sociedad no quiere cumplirla: Aguilar Camín

[vc_row][vc_column][vc_column_text]A unos días del inicio del nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, el escritor Héctor Aguilar Camín lanzó una advertencia sobre el populismo en México, del cual dijo se presentó hace una década en diversos países de Sudamérica, con desastrosos resultados en lo económico y en lo político.

“México estamos empezando a vivir algo parecido a lo que tuvo lugar en América Latina en la última década, que fue la aparición de gobiernos que llevaron al poder a ideas y líderes que estaban planteándose como una alternativa al fracaso económico y político de los partidos tradicionales de la democracia administrativa, gobiernos que terminaron muy mal”, expuso el también analista político, autor de columnas y editoriales que se publican en diversos medios.

En el marco del programa La Noche Blanca, Aguilar Camín impartió la conferencia El Populismo en América Latina, en el edificio central de la Uady.

“El nuevo gobierno es un claro ejemplo de los que gobernaron entre 2003 y 2015 en Sudamérica, y es lo que nos puede ayudar a comprender lo que está sucediendo actualmente en México”, señaló.

Los gobiernos populistas, agregó, llegan al poder desafiando a nombre del pueblo a las élites y los partidos que están en el poder, normalmente son movimientos antisistema, movimientos antiélite y son movimientos que a nombre del pueblo plantean una salida distinta dentro del marco de la democracia a los problemas de sus países.

Nuevas constituciones, a modo

Estos gobiernos tienen la característica de querer fundar nuevas realidades políticas, nuevas institucionalidades y hacer nuevas constituciones que cambien las reglas de la convivencia.

También quieren contener y limitar la existencia de órganos autónomos, como el INE, como el Instituto Nacional de Evaluación educativa y hay una ofensiva hacia la desaparición de estos órganos como una manera de capturar poder.

Señaló que el intento de capturar más poder, de centralizar, de capturar el estado, de contener a los otros poderes está muy claro en el despliegue del nuevo presidente, creando estructuras paralelas que compiten con los gobernadores, con las fuerzas de seguridad, con administradores de programas sociales, y todo esto es una vía de organización política para que Morena llegue con vida a las siguientes elecciones.

Como ejemplo mencionó que muchos de los “superdelegados” que ha nombrado el gobierno federal son los candidatos de Morena que compitieron en la elección pasada, y que están desde su posición desafiando política, administrativa y financieramente al gobierno local.

Dijo que tienen un extraordinario poder de persuasión aprovechando el desprestigio, la ineficacia y corrupción del modelo existente de vida partidaria.

Mejoría momentánea, pero luego…

Comparó los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Argentina, que implementaron nuevas estrategias que les permitieron tener un momento de éxito y mejoría en todos los indicadores, pero que finalmente fracasaron.

Lo que falla es que son gobiernos que necesitan gastar mucho dinero para cumplir con todas sus promesas, como los proyectos o los programas sociales, pero que funcionan como nuevas clientelas del gobierno al recibir dinero.

El periodista manifestó que estos ejemplos son claros para saber cómo se le da la vuelta al caso, pero lo que preocupa es la actitud frente a las leyes.

“Si no hay en nosotros esa segunda naturaleza ciudadana de que debemos cumplir las reglas, es imposible que haya buenas leyes, todas las leyes son malas cuando una sociedad no quiere cumplirlas”.

No hay atajos para transformar

“Lo único cierto es que nada cambia de un día para otro, no hay atajos el asunto de transformar”, alertó. “Conservemos este doble encargo, tratemos de pensar qué parte de nosotros está contribuyendo a que se desarrolle o se empiece a desarrollar México”.

“La comparación es una alerta y una llamada ser ciudadanos más atentos y más cuidadosos en nuestros propios ámbitos de no contribuir a esa captura de poder, a esa destrucción o limitación de nuestras libertades, nuestras instituciones y de aquello que no podemos perder, sin perder la calidad de lo que hemos ganado, la calidad de una vida libre, una vida en la que puede haber mayorías y autoridad, pero no puede haber imposición ni autoritarismo, ni esta superioridad moral que no sirve”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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