[vc_row][vc_column][vc_column_text]Como ya es conocido por la sabiduría popular, la fatiga, dolor de cabeza, sequedad de boca, dolor estomacal, entre otros, son los síntomas que componen ese cuadro que llamamos resaca.
“La resaca o la cruda en realidad es un término que en medicina no existe. Sin embargo, la conocemos como el resultado de la intoxicación del organismo que se relaciona con la ingesta de una dosis excesiva de alcohol”, afirma el médico internista Alan Martínez Moreno.
“Esto va a ocasionar que el cuerpo se deshidrate, lo que ocasiona un malestar general, fatiga, dolor de cabeza y muscular, además de deshidratación”, abunda el especialista.
Cuando el alcohol llega a la sangre -dice- se produce una disminución de los azúcares presentes en la circulación, lo que provoca una sensación de fatiga. Esto es debido a que la bebida acelera la transformación de glicógeno (sustancia que se encarga de almacenar el azúcar en el hígado) en glucosa y ésta se elimina de forma más rápida.
La fatiga es causada por la disminución de azúcar en sangre que provoca el alcohol, ya que induce cambios en el metabolismo hepático, de ahí la recomendación de beber jugos o alimentos ricos en carbohidratos para pasar la resaca, pues intentamos volver a elevar el azúcar en sangre.
El dolor de estomago se debe a la irritación por el mismo alcohol. A mayor graduación de alcohol, mayor irritación. Esta bebida irrita directamente las mucosas gastrointestinales y estimula las secreciones pancreáticas y de ácidos del estomago. Si comemos alimentos elevados en grasa previamente al consumo de alcohol la irritación es menor, porque absorbemos el alcohol más lentamente.
El alcohol también produce deshidratación, de ahí la sequedad de boca. Es diurético (provoca que orinemos mas), hace que segreguemos menos hormonas antidiuréticas, que los riñones reabsorban menos liquido y que por tanto aumentemos la producción de orina. Al final eliminamos más líquido del que ingerimos, produciendo la consecuente deshidratación que, a su vez, nos provocara cansancio, sed y puede que también el característico dolor de cabeza por vasodilatación en el cerebro (esto último es una simple hipótesis).
Pero la culpa no es solo del alcohol, sino también de nuestro metabolismo hepático. Poseemos dos enzimas (ADH y ALDH) que transforman el etanol en acetato, una molécula más inocente para nuestro organismo. Si bebemos muy rápido y no damos tiempo a actuar a estas enzimas, o tenemos un defecto de la ALDH, la concentración de acetaldehído (molécula intermedia entre el potente etanol y el inocente acetato) será demasiado alta, dando lugar a náuseas, sudores, aceleración del pulso y malestar.
Como curiosidad, tenemos el tema de que si mezclamos diferentes bebidas, la resaca será mayor. Parece ser que si es así, pues durante la producción de la bebida alcohólica se generan unas sustancias llamadas “congéneres” que contribuyen a la gravedad de la resaca. Cuantas más bebidas diferentes, más congéneres. Y, además, cuanto más baja sea la calidad del licor, más congéneres (de ahí la razón de recomendar alcoholes de marca y no los licores baratos).
Y para acabar, ¿Cómo combatir la resaca? La recomendación más lógica sería directamente no beber, pero tenemos otras opciones como tomar vitamina B-12, consumir carbohidratos e hidratarnos bien, además de descansar bien. La resaca no suele durar más de 24 horas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]