La huaya, más que un fruto del verano en Yucatán

[vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Quién no ha comido huayas trepado en un árbol o en un suculento xec o simplemente con sal y chile?

¿Sabías que en el Caribe y en Sudamérica les atribuyen propiedades curativas?

La huaya, de la que en Yucatán conocemos dos especies, es uno de los frutos nativos o tradicionales que más se consumen y que, por el momento, no han caído en el olvido y tampoco están en riesgo de desaparecer, como ocurre con el choch, el kanisté o el tauch.

Para el especialista Jaime Martínez Castillo, director de la unidad de Recursos Naturales del CICY, el hecho de no consumir los frutos tradicionales es un tesoro que se está desperdiciando.

Lamentablemente esto sucede, pues en los mercados, al menos en los de Mérida, ya no se encuentran los frutos nativos, los cuales son fácilmente reconocibles porque tienen nombres en maya.

En el caso de la huaya, indica el doctor Martínez Castillo, se conocen dos tipos: la nativa, india o país y la cubana, que en realidad no es cubana sino sudamericana, pero a Yucatán llegó vía Cuba por el gran intercambio que existió con la isla en el pasado.

Ambas tienen diferencias fácilmente reconocibles, y la que está más a la vista es el tipo de cáscara, pues en el caso de la nativa es más suave y aterciopelada. En el caso de la cubana, es más dura y en consecuencia eso hace más duradero el fruto una vez que se ha cosechado.

Por el contrario, la huaya nativa una vez que se cosecha el fruto se descompone con más rapidez, de ahí que para los vendedores sea más aprovechable la cubana, que tiene un sabor más ácido y la india un sabor más dulce.

La huaya nativa, india o país, como se le conoce en Yucatán para diferenciarla de la huaya cubana o ‘extranjera’.

El doctor Martínez Castillo ofreció una plática en el marco del Sexto Encuentro culinario al rescate de frutos no convencionales y flores comestibles de la Península de Yucatán, en el CICY.

Entre sus conclusiones estuvieron que la huaya cubana no es cubana, sino de Sudamérica, donde existen al menos 10 especies de mamoncillos (como se les conoce ahí, incluso en Cuba), de los cuales tres son comestibles.

En Yucatán conocemos dos y el otro solo crece en una región que abarca Paraguay y Brasil.

Otras conclusiones fueron:

-Los frutales nativos van decayendo, cada vez es más difícil enseñarles a los niños a que los consuman. No le sacamos provecho al potencial tremendo que tienen.

-Los árboles nativos tienen muchas ventajas, porque como son perennes siguen dando frutos mientras no los corten.

-Con la huaya se pueden hacer conservas, hasta licor, se puede vender para hacer micheladas.

-También hay que hacer investigaciones sobre sus propiedades medicinales, las cuales tienen que demostrarse. Se dice que la huaya cura el cáncer, pero se tiene que comprobar mediante investigaciones científicas.

-Sin duda nadie se va a curar de cáncer comiendo huayas, hay que comprobar esa característica medicinal que le atribuyen en Sudamérica, donde ancestralmente es considerado una planta curativa.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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