La ‘amenaza comunista’ en Yucatán, ¿fue real o solo la sombra de una idea?

La denominada Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias que sobresalieron tras la Segunda Guerra Mundial, libró inesperada batalla en tierras de Yucatán.

Caracterizada siempre por su envidiable posición geográfica, en la Península de Yucatán, específicamente en la costa yucateca, llegaron a instalarse en los años 60 del siglo XX pelotones militares para impedir una supuesta invasión cubana, pues se decía que el recién instalado régimen comunista en la isla pretendía extenderse a esta región y separarla del resto de México.

Sectores de la sociedad y el gobierno federal consideraban real ese temor, alentado con sigilo por Estados Unidos.

Amplio sector de la comunidad yucateca daba por hecho un plan impulsado desde Cuba y la Unión Soviética para establecer el comunismo en la Península y el país en general.

Hubo alarma y surgieron quienes organizaron una contraofensiva desde una agrupación católica que, también en sigilo, actuó para llevar a las universidades los valores cristianos, con la intención de frenar la ideología soviética, que comenzaba a ganar adeptos entre los jóvenes.

Lo anterior es parte de lo que narra el reconocido periodista Atilano González Villa en su libro “La sombra de una idea”, del grupo editorial Letrame, que fue presentado el pasado martes 21 de septiembre, en el hotel Luna Nueva, en el “remate” del Paseo de Montejo.

La obra combina hechos históricos con autobiográficos del autor. Se centra en la Corporación de Estudiantes Mexicanos, organización casi secreta creada por el episcopado mexicano para reaccionar desde las universidades ante la amenaza marxista-leninista y también contra influencias de anarquistas, liberales y masones.

Atilano González utiliza el seudónimo de Rigoberto Flota para exponer su propio testimonio de esos hechos que son casi desconocidos. El libro está escrito en capítulos breves, los hay de solo una página, para facilitar la lectura y que no decaiga el interés.

Las páginas incluyen elementos anecdóticos sobre el Yucatán de esa época, como la dificultosa comunicación de la Península con el resto del país, los ferrocarriles, el club Vanguardias, las charlas del presbítero Ramón Bueno y Bueno, las fotos a cinco pesos que se entregaban a domicilio, los pocos automóviles en circulación, y los extensos terrenos de El Fénix y otras zonas todavía no pobladas de esa Mérida, con apenas 300 mil habitantes.

También habla de los conflictos estudiantiles y el interés gubernamental en ellos así como de la Universidad Autónoma de Yucatán, que no fue ajena a las ideas que estaban en boga en la juventud sesentera, deseosa de justicia social.

González Villa relata parte de sus reportajes y experiencias en el periodismo. Entre ellas sus colaboraciones misteriosas o secretas con el gobierno estadounidense interesado en saber sobre la amenaza castrista, la guerrilla guatemalteca y el conflicto armado en Biafra, región que buscaba su independencia de Nigeria. Para esto último el periodista fue enviado a esa región de África.

El libro fue comentado por la periodista Patricia Garma Montes de Oca y Carlos Rubio, quienes abordaron los aspectos literario y de contenido, respectivamente.

Al final hubo una firma de libros por parte del auto, quien estuvo acompañado por su familia.

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