El Covid-19 amenaza con quitarle lo que durante 14 años le dio la venta de naranjas

KANASÍN.- Desde hace 14 años José del Carmen Balam Cupul, vecino de la colonia Nicte-Há, del municipio de Kanasín, vende naranjas en la zona norte de Mérida, pero desde hace dos meses sus ventas han bajado.

“Debido a problemas de salud en la mano derecha no he podido conseguir un trabajo estable desde hace 14 años, pero me he dedicado a la venta de naranjas, que me ha dado para lo básico, pero desde hace dos meses, ha bajado mucho”, indicó.

Relató que desde las 5 de la mañana va con su cubrebocas y gel antibacterial al tianguis “Víctor Cervera Pacheco” de la Casa del Pueblo para surtirse de la fruta, y se mueve hacia la zona norte de la capital donde vende, pero debido a la poca gente en las calles y el cierre de espacios públicos ha mermado en su negocio, por lo que regresa a su casa a las 2:30 de la tarde, aunque no haya vendido toda su mercancía.

“Ya cerraron dos mercados, y si llegan a cerrar más me quedo sin trabajo y yo de esto vivo, si llegan a cerrar, voy a tener que andar buscando chatarra, a andar pepenando, pero si llegan a cerrar ¿de qué voy a vivir? ¿Cómo me voy a sostener? Cuando menos necesitamos comer también, si no, nos vamos a morir de hambre”, expresó.

Eva Bautista, quien es vecina de Kanasín y apoya a personas como José del Carmen, pidió que el gobierno refuerce las medidas de sanidad en centros públicos, como los mercados, para evitar el aumento en los contagios, pero sobre todo para no afectar a este sector, del que salen muchos empleos.

Hizo un llamado a las autoridades estatales a reforzar las medidas de sanidad, pero también a crear programas de apoyo para los miles de yucatecos a los que la pérdida de sus empleos, la suspensión de labores o el sector informal que no puede salir a trabajar, y que han visto afectados sus ingresos por la contingencia.

El cierre de dos de los mercados más importantes de Mérida, por la detección de 47 casos de Covid-19, ha hecho que locatarios se trasladen con sus mercancías a otros centros, como la Casa del Pueblo, pero debe ser también una alerta para que el Gobierno realice protocolos de sanidad en esos lugares e impedir que surja un nuevo brote, pues el cierre de más mercados afectaría directamente a los locatarios, pero indirectamente a muchos trabajadores informales que acuden a los grandes mercados a surtirse.

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