El cáncer le arrebató la pierna, pero no las ansias infantiles de vivir

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tiene puesta una playera amarilla que le ilumina la cara redonda, de niño contento. También lleva puesta una sonrisa grande que dejan ver unos dientes blancos y parejitos. Pero lo que más impacta es un brillo especial que lleva puesto en los ojitos, un brillo que muestra mucha vida.

Se llama Gustavo Javier Ortiz Romero, es meridano, tiene 11 años y cursa el sexto año de primaria. Es buen estudiante pero sobre todas las cosas es un guerrero. Y uno muy especial porque para pelear la batalla que le puso la vida, él lo hace entero, de frente, con el pecho abierto y siempre con esa sonrisa blanca. Y le hace un gol al cáncer, aunque le falte una pierna.

Gustavo estuvo hoy presente en la celebración que llevó a cabo el Hospital O´Horán en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil. No fue solo, claro. Otros guerreros chiquitos formaron una cuadrilla y entraron al auditorio del hospital donde autoridades del nosocomio, médicos y funcionarios del gobierno participaron en un acto para homenajear a estos chavitos luchones, que no bajan los brazos, que se sobreponen a las quimioterapias y a las tristezas día a día, paso a paso y sin tregua.

Gustavo, de playera amarilla y sonrisa blanca, platicó un ratito con Yucatán Ahora antes del evento, donde fue uno de los expositores. Nos cuenta que hace más de un año el médico le dijo que tenía osteosarcoma y que él define como “un cáncer que ataca a los huesos”. Habla de la enfermedad como un experto, está muy informado y consciente de todo lo que pasó.

“Cuando me enteré me puse un poco triste. Me explicaron qué era la enfermedad, lo hizo el doctor que me estaba viendo, me explicó que tenía cáncer. Mi mamá también me habló de lo que tenía y ahí lo entendí mejor. Me dijeron que me iban a dar quimioterapia pero yo no sabía qué era así que pregunté y me dijeron que es como medicina que te ponen para que tu cáncer se vaya”, detalla.

Y Gustavo cuenta que sí se fue su cáncer pero no estaba totalmente curado. “Creo que se fue en un 99%, pero ya no había nada que hacer con mi pierna izquierda porque mis huesos ya estaban delgados, entonces me dijeron que me iban a cortar la pierna”, explica.

En el momento él mismo cuenta que les dijo a los doctores que “no pasaba nada”. Sin embargo lo primero que hizo fue acudir con su mamá Ligia con unas preguntas que serían fundamentales para su sanación: Le pregunté a mi mamá: ‘Ma, ¿Voy a poder jugar, correr, manejar bici y nadar? Y ella me dijo que sí. Entonces ya me quedé tranquilo”, cuenta aliviado.

Lo operaron en marzo del año pasado y asegura que puede “Hacer de todo”. “Ya nadé, bailé electrónica y manejé bicicleta”, enumera y en cada acción que relata se le ilumina más la cara.

Ayuda familiar

Gustavo no para de nombrar a su mamá Ligia y también a dos hermanas mayores que tiene, Carolina de 12 y Camila de 13 años.

“Siento que ellas fueron las que más me ayudaron a vencer el cáncer porque son muy pegadas a mí. Mi hermana Camila sí se deprimió cuando supo que yo estaba enfermo y hasta dejó un año la escuela para cuidarme. Ahora regresó y está mucho mejor”, relata.

Gustavo, además de vencer al cáncer, se autodenomina como “gamer”. Me gusta jugar Xbox. Mis preferidos son juegos de carreras, de guerra y el GTA 5. Y te digo que soy un gamer porque en la computadora juego al Halo y ya pasé los niveles como 150 veces”, asegura.

De la tele disfruta ver “Los jóvenes titanes”, “Ben 10”, “Steven Universe” (“Está bien padre la historia y hay episodios nuevos”, agrega, emocionado) y “Gravity Fall, un verano de misterio”, entre otros.

Su comida preferida es el pescado frito, el ceviche y el camarón, aunque dice que hace mucho que no come nada de esto y espera que pronto se le cumplan estos antojos.

Mensajes de vida

Le pedimos un mensaje para los niños que tienen cáncer: “Pues la verdad es que el cáncer sí se puede curar, traten de no deprimirse porque no van a salir adelante. No se pongan tristes”, dice, siempre con una sonrisa.

También le pedimos un mensaje para los papás: “Traten de no deprimir a sus hijos, que no se sientan tristes ni se echen para atrás. Mi mamá siempre me dice que los niños que tienen cáncer Dios se los manda como una prueba para que ellos la venzan. Y se puede”, finaliza, con la sonrisa blanca y ese brillo de vida en los ojos.

Mientras tanto su mamá Ligia lo mira toda emocionada de lejos, con unos ojos parecidos a los de Gustavo, que brillan de amor por su nené. Su mensaje para los papás que tienen un hijo con cáncer es muy parecido al de Gustavo, pero con otras palabras y desde otro lado:
“Deben tener fortaleza, paciencia y vivir un día a la vez. No nos podemos deprimir porque somos el pilar de nuestros hijos. Si estamos mal, nos vamos a llorar a otro lado para que no nos vean pero cuando estamos con ellos, cambiamos la cara para ser, juntos, una sola persona”.- CGO.

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