Dzilam Bravo se abrió al mundo y se le colaron hasta demonios

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hasta hace unos años, Dzilam Bravo era un puerto muy tranquilo. La angosta carretera que lo unía con otras partes de Yucatán propiciaba que prácticamente fuera una isla a la que poco llegaban personas que no fueran de la comunidad.

La vida en este puerto pesquero era casi idílica, nadie ambicionaba nada más que tener comida en la mesa y unos pesos para salir a divertirse.

Sin embargo, todo esto cambió a raíz de la ampliación de la carretera, la explotación del pepino de mar y la construcción del parque eólico, cuyas primeras seis torres llegaron al puerto de altura de Progreso el pasado fin de semana.

La codicia, prácticamente desconocida en la pequeña comunidad pesquera, se ha vuelto hoy en día un cáncer que amenaza la convivencia social.

El dinero fácil y rápido que se conseguía con el pepino de mar despertó la ambición y otras malas mañas.

La plusvalía que alcanzan ahora los terrenos, principalmente los que están frente al mar, propicia que algunos vivos quieran volverse millonarios de la noche a la mañana, pero lo más reprobable es que quieren hacerlo con tierras.

Hace unos días cuando el profesor José Nicolás Castillo Xiu llegó a su terreno de dos hectáreas, ubicado frente al mar y sembrado con cocoteros, se encontró con una manta donde se anunciaba en inglés que la propiedad estaba en venta mediante lotes frente al mar.

Su primera reacción fue descolgar la manta y al acudir con las autoridades municipales le dijeron que su terreno era parte del fundo legal, es decir, que no le pertenecía al profesor sino que eran tierras públicas.

Siempre previsor, Castillo Xiu conserva documentos que datan de hace varios donde se espefica que dichos terrenos eran nacionales y le fueron otorgados en posesión junto con otros propietarios a los que les quieren quitar sus hectáreas “a la mala”.

El profesor José Nicolás cuenta con documentos del Catrasto, de la extinta Secretaría de la Reforma Agria y de otras dependencias donde consta su nombre como propietario de dicha extensión de dos hectáreas.

El alcalde Julio Abraham Villanueva alias “Triki” le aconsejó que venda, pero el profesor no tiene esa intención y ahora está en busca de quién o quiénes son los que pretenden apropiarse de su terreno.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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