Don Francisco Rivas Domínguez, ejemplo de superación, respeto y disciplina

*El pasado 21 de abril, cumplió 101 años, tiempo en el que, dijo, ya visto pasar muchos cambios de la vida.

Exitoso comerciante, gran deportista, risueño, alegre, católico y con gran sentido del humor, es don Francisco Rivas Domínguez, todo un ejemplo de vida, de disfrutarla y gozarla en plenitud, de amabilidad y respeto hacia los demás, características que le han permitido cumplir ya 101 años, el pasado 21 de abril.

El mayor de seis hijos del matrimonio de Francisco Rivas Rodríguez y Rita Domínguez Acevedo, ha visto pasar más de un siglo, con todos los cambios en el mundo y en Yucatán que eso conlleva.

“Significa haber llegado a algo que uno deseaba, vivir mucho, para tener larga vida hay que llevar ciertos aspectos como respetar al prójimo, ser obediente y ser precavido, disciplinado, comer bien, cosas ligeras y que te gusten”, dijo.

“Yo he comido frutas y verduras toda mi vida, aunque me gusta la comida yucateca, la cochinita”, agregó entre risas.

Don Francisco suma 73 años de casado y 77 en total juntos, si se toman en cuenta cuatro más de noviazgo, con Elia Gamboa Maldonado, de 95 años de edad, con quien procreó cuatro hijos: Elia, Silvia, Francisco y Fernando. La familia incluye actualmente 17 nietos y 10 bisnietos.

¿La fórmula para perdurar?, “Saber obedecer”, bromeó don Francisco.

“Aguantarlo”, exclamó doña Elia.

“Es una gran satisfacción saber que mis hijos han mantenido unida a la familia y han trasmitido las enseñanzas. Hoy, los matrimonios son de paso”, afirmó el reciente cumpleañero.

Cabe resaltar que de joven, Rivas Domínguez se trasladó a la Ciudad de México para cursar la Licenciatura en Contaduría, pero además practicó deporte al máximo nivel, específicamente el fútbol, donde formó parte de la época que los jugadores españoles invadieron el balompié azteca.

El yucateco formó parte del conjunto del Colegio Cervantes, vio acción en el último encuentro oficial que albergó el estadio Nacional, tuvo la oportunidad de enfrentar a escuadras históricas como el Asturias y en su momento enfrentó a ídolos de la talla de Isidro Lángara. Por cierto, en la capital de la República, también practicó el frontón.

De regreso a Mérida, donde llegó a defender lo colores de la Escuela Modelo, en la Primera Fuerza Estatal, se convirtió en uno de los mejores serpentineros del sóftbol local con el representativo del Club Bancarios, donde logró varias coronas de pitcheo y se erigió en el “terror de las ofensivas rivales”.

“Uno rinde lo que puede dar, las cosas buenas vienes solas, si te atrae, te gusta, tienes que ser un buen jugador. Un día, nos invitan a jugar sóftbol y yo fui como relleno, no estaba en el equipo titular, pero le dieron una paliza al lanzador, se volteó el manager y me avisó que yo iba a entrar, le dije que nunca había jugado y me respondió que sólo pusiera bien la bola”, señaló.

De igual forma, a don Francisco le surgió la oportunidad de iniciar un negocio y fundó una empresa de abarrotes en la calle Ancha del Bazar, en la 65, donde se hizo una costumbre disfrutar todos los días de un cóctel de camarones, en un restaurante de mariscos cercano.

“El comerciante tiene que conocer lo que va a hacer, yo como no sabía, me preparé y empecé a estudiar las cosechas de arroz, frijol, me fui guiando, comencé con 11 mil pesos que me dio mi papá en mercancía. Siempre hay que buscar ser el mejor de todos, en todo, siempre se puede hacer mejor las cosas, si no, mejor no las hagas”, indicó.

Posteriormente, Rivas Domínguez estuvo al frente de una Conasupo y cuando le quitaron la concesión abrió la primera “Tienda Económica Popular”, en Itzimná, aunque luego contaría igualmente con sucursales en el Chembech y Chuburná.

“Lo que me daba gusto es ver que la gente me compraba y estaba feliz, para los negocios hay que ser positivos, ser amable, el trato influye mucho, es la base. Nunca digas no hay, pierde la confianza el cliente en ti, ya no existe la seguridad que encontrarás lo que quieres”, expresó.

“Hablaba hasta con las piedras, él mismo le llevaba a las señoras su compra a sus carros, sus cajas. Buscaba qué mercancía no había y las conseguía”, declaró su hijo Francisco Rivas Gamboa.

Don Francisco tiene mucha fe en Dios, incluso participó mucho tiempo en los “Cursillos de la Cristiandad”, estuvo presente en retiros espirituales, le encanta leer la biblia y diariamente escucha misa.

“El católico cristiano debe servir, trabajar, engrandecer el reino, si no los haces, si no lo sigues estás perdido”, aseveró.

“Ya nada es igual que antes, ha cambiado mucho el tiempo, es una vida distinta, es otra educación, no hay disciplina, valores, antes había respeto, actualmente vemos asesinatos, violaciones, qué podemos esperar de un mundo así. Hace años había honradez, se te caía el dinero y te lo devolvían”, añadió.

Y lo mejor es que don Francisco podrá tener 101 años, pero hasta hoy realiza activación física para mantenerse, ejemplo para los más jóvenes y las nuevas generaciones, su edad lo dice todo.

“Si estás parado te enfermas, hay que mover el cuerpo”, argumentó.

Aficionados a los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), seguidor de los Leones de Yucatán y los Yankees de Nueva York, le fascina también el boxeo y tomó parte en la natación y básquetbol.

“Está muy consentido, tiene muy buen carácter, es vacilador”, lo definen sus hijas.

Y no podía faltar la anécdota y es que don Francisco llegó a contar con su motocicleta Harley y en alguna ocasión, al arrancar no sólo arrojó de la unidad a doña Elia, sino que además no se percató y la dejó olvidada.

“Son 101 años de vida y ni lo sentí”, manifestó, de nuevo con una enorme sonrisa.

Es Francisco Rivera Domínguez, más de un siglo de existencia, un cúmulo de experiencias y sabiduría, una persona íntegra, un caballero, un ser humano como hoy en día existen muy pocos en el mundo.

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