Don Clemente, lleva 40 años reparando hamacas en una esquina de la Salvador Alvarado Oriente

Sin necesidad de un amplio taller ni herramientas de alta tecnología como las utilizadas actualmente en diferentes actividades, don Clemente Pech Chalé, con 75 años de edad, ha dedicado 40 a la elaboración y restauración de hamacas, en la esquina de la calle 46, con 25, de la colonia Salvador Alvarado Oriente.

Pech Chalé es originario de Tixkokob, aunque en estos momentos radica en la comisaría de Molas y prácticamente todos los días se traslada hacia su centro de trabajo, un pequeño espacio al aire libre, apenas debajo de un arbolito de naranja agria para cubrirse del astro rey.

“Don Clemente”, como lo conocen los vecinos y clientes, comenzó como cuidador de un ex molino y tortillería que estaba ubicado a unos metros.

“Me mantuve ahí como 15 años, lo vendieron y fue cuando me tuve que ir a Molas, pero aquí ya me conocen y la gente me siguió trayendo sus hamacas para acá”, dijo.

Cabe resaltar que el tixkokobense es todo un ejemplo de vida y superación, siempre buscando la manera de ganarse el pan de cada día dignamente y años atrás laboró como albañil, pintor y pocero.

“Cambio brazos, cierro la hamaca, pongo muñecas, hago de todo. Por momentos tengo que descansar unos instantes porque me cansa la vista, pero en mi casa tengo mi silla y mis ganchos preparados, si tengo que embrazar lo hago rápidamente y cuando vengo a acá ya adelanté esa parte”, expresó.

A Pech Chalé se le puede encontrar en el crucero de Salvador Alvarado Oriente, de lunes a sábado, de 9.00 a 14.30 horas. No obstante, los domingos tampoco descansa, ya que adelanta en su hogar.

“Mi casa está llena de hamacas, porque a veces me llevo las de los clientes, cuando me visita la familia es un problema porque tengo que guardar todas las mías para que pongan las de ellos”, indicó entre risas.

“Me dejan bastantes, a veces me venden y yo lo que hago es que las compro para detallarlas y volverlas a comercializar”, agregó.

Cabe destacar que un cambio de brazo tiene un costo aproximado de 280 pesos, con material del número 18, el más grueso, mientras que una hamaca grande y bien detallada puede venderse en 350 pesos.

“Me gusta mucho lo que hago, estoy dedicado a esto, yo encantado, conforme y me siento tranquilo, urdimos nuevas cuando me las encargan y bien concentrado la tengo lista en aproximadamente en un mes”, argumentó.

Ni la edad, ni las condiciones del clima, ni los dos camiones que debe abordar diariamente para transportarse a su lugar de trabajo, nada es impedimento para don Clemente, quien demuestra toda la actitud y el amor que le tiene a su oficio.

“Yo buscó para mi comida, en el día no descanso, hasta la noche, a la hora de dormir y seguiré viniendo para acá hasta el día que Dios me llame a rendir cuentas, aquí estoy y aquí sigo”, finalizó.

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