[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hace dos días, Genny Cárdenas Encalada estuvo de aniversario pero no tuvo nada que festejar, al contrario. El sábado pasado se cumplieron dos años de un accidente que le dio a su vida un giro de 180 grados ya que las consecuencias por mala praxis que derivaron del hecho la dejaron con varias secuelas como problemas en el habla, hernias inoperables y la cadera mala. Como colofón, Genny también perdió su trabajo. A dos años, todavía el doctor Eduardo Cabañas Corona no responde judicialmente por su mala praxis. Y los días pasan…
El 28 de octubre de 2015 Genny, una mujer yucateca trabajadora de 48 años, cumplía con sus funciones de supervisora de ventas de condominios en San Angelo 08. Estaba checando el funcionamiento de un elevador de servicio, cuando una puerta le golpeó la cabeza, exactamente arriba de la ceja izquierda. “Fue un segundo pero sufrí traumatismo craneoencefálico con pérdida de líquido cefaloraquídeo por la nariz y oído. Sentía que perdía visión y como que se me ‘abombaba’ el cerebro”, detalla.
Genny fue al Seguro Social para reportar el accidente laboral pero decidió atenderse por su seguro de gastos médicos en la Clínica Mérida. Allí, el cirujano doctor Raúl Cárdenas la ingresó y le realizó una endoscopía por la nariz para colocarle un sello para que no filtrara líquido cefaloraquídeo. Sin embargo, al poco tiempo y como la zona donde sufrió el accidente es muy permeable, volvió a perder líquido encefaloraquídeo, ahora por la nariz.
El doctor Cárdenas le planteó tres opciones: hacer reposo absoluto durante un mes, procedimiento que siguió al pie de la letra pero sin solución. Como ya era diciembre, la segunda opción que le plantó el médico fue una craneotomía (abrir la cabeza, levantar el cuero cabelludo y sellar) pero lo consideró muy riesgoso. Entonces Genny se decidió por la tercera opción: que le colocaran una “válvula de Pudens” por la columna –abren en la quinta lumbar por la espalda- y colocan un catéter que llega a la base del cráneo, baja a la altura de la quinta lumbar y ahí ponen un tubo de níquel en la cadera que conecta a la válvula, ubicada en la barriga-. Todo parecía indicar que sería un procedimiento de rutina, sin embargo nada salió bien.
Desgracia tras desgracias
“En febrero de 2016, el doctor Cárdenas me derivó con el neurocirujano doctor Eduardo Cabañas Corona, quien me ingresó en quirófano en el Hospital Star Médica, donde atendía. Antes del procedimiento les avisé que padecía insuficiencia renal y que podía no aguantar un cuerpo extraño, pero igual me ingresaron a quirófano. A los tres días y todavía internada, me puse muy mal, tuve muchísima fiebre y hasta me diagnosticaron principio de meningitis”, relata.
Cuando el doctor Cabañas la fue a ver le dijo que, como estaba, le debía retirar la válvula inmediatamente. “Al día siguiente de mi nueva entrada a quirófano, me pongo de pie para caminar y comienzo a perder líquido de una forma excesiva, ahora por la espalda. La vida, literalmente, se me estaba yendo por la espalda”, cuenta Genny.
La tuvieron acostada boca abajo para detener la pérdida de líquido pero la fiebre y la infección no se iban. Detalla que le hicieron ocho lavados mecánicos y costuras “sin anestesia” en la espalda, pero la pérdida continuaba. El doctor Cabañas no podía creer que siguiera la pérdida y, además de acusar a Genny de padecer “sida” y ser “drogadicta” porque no cicatrizaba, envió a analizar una muestra de la herida. El resultado fue contundente: Había adquirido una bacteria en el quirófano.
El doctor Cabañas la volvió a ingresar en quirófano y le colocó un “parche madre” en la columna.
El cuento de nunca acabar con sorpresa incluida
A los ocho días, le dieron el alta. Aunque no tenía fiebre, Genny notó que la herida de la espalda estaba infectada, con materia. Tampoco podía caminar sin la ayuda de un burrito. Y la historia no termina acá…
“En mayo del año pasado me salió una hernia de 12 centímetros arriba de la operación del abdomen, donde tenía la válvula. En la Clínica Mérida me atendió el doctor Alberto Navarrete, quien me colocó una malla para la hernia. Sin embargo, yo seguía mal, me desvanecía, vomitaba y, aunque volví a trabajar, pedía permiso para irme a cada rato. Un día, de compras, sentí una presión muy fuerte en el bajo vientre y comencé a ‘pasar sangre’ cuando iba al baño”, relata.
El doctor Navarrete le pidió que se hiciera una tomografía 4D para descartar divertículos y ahí descubren lo inesperado: había un catéter de 50 centímetros que “circulaba” por adentro y se ubicaba algunas veces debajo de la barriga, del lado derecho y otras en el bazo, páncreas y riñón izquierdo, de donde lo sacaron por laparoscopía.
“Le entregaron el catéter de 50 cms a mi familia y estaba podrido ya. Esto ya superaba cualquier situación y decidí denunciar ante la justicia al doctor Cabañas en noviembre de 2016”, remarca Genny.
Junto a su abogado Efraín Encalada Burgos, fueron primeramente a Conciliación Médica pero el doctor Cabañas no sólo no quiso “arreglar” económicamente, sino que acusa a Genny de drogadicta y de no acudir a retirarse el catéter (porque según él le dijo que debía quitárselo en agosto de 2016).
Desde noviembre del año pasado la demanda que le hizo Genny a Cabañas es penal. Ya fue citado dos veces pero cuenta Genny que no acudió.
“Yo sigo mal de la cadera y esto hace que me caiga constantemente. También me salió una hernia en la espalda pero no pueden operar porque corro el riesgo de quedar inválida. Perdí mi trabajo y cobro 500 pesos mensuales por pensión del Seguro Social. Lo único que quiero es que lleguemos a un acuerdo con Cabañas y pague por lo que me hizo”, concluye.- CGO.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]