De la vanguardia científica de los mayas al abandono de Chicxulub, el sitio de Fireball

Ofrecemos una entrevista a Werner Herzog y Clive Oppenheimer sobre su documental “Fireball”, filmado en parte en Chicxulub, Yucatán, en la zona donde hace 65 millones cayó el meteorito más grande de todos y extinguió la vida conocida hasta entonces.

La entrevista se publica en Milenio.com y en el periódico digital nuestropaís.mx. La publicamos por el gran significado que representa para Yucatán documentales como “Fireball”.

Platicar con Werner Herzog y Clive Oppenheimer sobre “Fireball”, su nueva colaboración, es una aventura por sí misma. En esta ocasión, los creadores de Hacia el infierno (que nos llevaba hacia lo más profundo de los volcanes activos del planeta) nos hacen comprender cuánto en este mundo viene de otras partes del universo a través de los meteoritos y su impacto, literal y figurado, en nuestras culturas.

Lo que ustedes nos muestran en sus colaboraciones va mucho más allá de nosotros como especie. Esto se advierte también en “Fireball”.

Werner Herzog: Esta es una película muy grande y creo que es igual de interesante para México, India, lo que tú quieras. Filmamos en México, en Yucatán, en Chicxulub específicamente, donde hace 65 millones de años cayó el meteorito más grande de todos, desapareciendo casi toda la vida que había entonces y abriendo paso para los humanos, para los mamíferos de hecho, para evolucionar.

¿Cómo fue su experiencia en Yucatán?

Sabes que estás en la zona cero, en el lugar donde nos pegó algo con la fuerza de cientos de millones de bombas atómicas. Sin embargo, la zona cero, el pequeño pueblo de Chicxulub está tan abandonado. En mi comentario digo esto y luego escuchamos a Ana Gabriel cantando “A pesar de todo”.

¿Cómo llegaron hasta Ana Gabriel para esto?

Escucho música ranchera, Vicente Fernández es uno de mis grandes héroes, y por supuesto Juan Gabriel, qué gran músico era. Y Chavela Vargas, la más grande de todos. Así que tienes la cultura de la canción que es increíble. Todos los países del mundo deberían envidiarlos. Podemos ver cómo todo el país se manifiesta al escuchar a Chavela Vargas y Vicente Fernández.

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¿Y para ti, Clive? ¿Cuál fue tu relación con México al visitar también lugares como Kukulcán o Chichen Itzá para esta filmación?

Clive Oppenheimer: Yo no los conocía, así que todo era nuevo para mí. Lo que buscábamos era saber más de este increíble impacto y es muy interesante porque, geológicamente hablando, hoy en día podemos ver pocas muestras de ello en la superficie. El cráter que se creó en su momento está enterrado y las rocas que cubren la superficie son mucho más jóvenes que los 65 millones de años (que han transcurrido desde la caída del meteorito). Y aun así están los cenotes, que forman un semicírculo a través de la península, son como un eco geológico de lo que pasó, probablemente está relacionado a que ese impacto tan profundo, de alguna manera hizo que se concentrara el agua en las piedras más antiguas. Y claro, está el significado de los cenotes para los mayas, porque no había otra forma de conseguir agua fresca en su momento. Hay tantos elementos de la cosmología maya, la idea de los ciclos de la vida, la astronomía.

WH: La astronomía de los mayas fue mucho más precisa que en ningún otro lugar del mundo. Fueron la vanguardia científica.

¿Nos podrían explicar brevemente cómo manejan la teoría de que la vida en la Tierra puede venir más de estas rocas del espacio que de otro lado?

WG: Clive te puede contar el lado más científico, pero es muy importante entender esto como los bloques de construcción de la vida como la conocemos: aminoácidos, azúcar… En una escena, por ejemplo, Clive sostiene un meteorito que aún tiene un olor que se remite a 4 millones y medio de años en el pasado. Así olía el universo entonces.

CO: Comprender esta transición de química a biología es algo sumamente fascinante y como decía Werner, el hecho de poder olerlos; cuando sostuve ese meteorito en mis manos y lo olí, era muy profundo, como si estuviera oliendo el fondo de una bolsa de aspiradora.

¿Cómo conviven ustedes con la dicotomía ciencia y emociones?

CO: Hablamos de nuestro origen, de nuestra cosmología, del inframundo, y todo esto está atado a los fenómenos celestiales y geofísicos. De muchas maneras, lo que he aprendido como geocientífico haciendo estas cintas, es que tiene todo el sentido del mundo crear toda tu cosmología alrededor de estos fenómenos si es que vives cerca de ellos, de un volcán, por ejemplo.

WH: Y siempre hay un sentido de emoción. No es didáctico como en la escuela, sino que hay una sensación de asombro. Si ese sentir no está ahí, no hay que hacer películas ni ser científico. Lo ves en todas mis películas, ya sean de ficción o documentales.

Y aprovechando que nos dice esto, ¿cuál de los géneros que usted maneja prefiere, ficción o documental?

WH: Para ser completamente honesto, tengo que decir que todo esto me llega con más vehemencia. Y junto antes de empezar a filmar este documental, terminé un largometraje en Japón, con guion y actores, que lleva por nombre Romance familiar S.A. de C.V.; esto quiere decir que el romance es un negocio, puedes rentar amigos o rentar un esposo falso para una película. Me voy a donde me lleven mis emociones, y eso puede ser un largometraje de ficción o documentales, incluso a veces, hasta la actuación.

Actualmente el documental Fireball ya se encuentra disponible en la plataforma de Apple +.

El trabajo fílmico busca llevar a los espectadores en un viaje para descubrir como los impactos profundos han enfocado la imaginación humana.

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