[vc_row][vc_column][vc_column_text]Radar Político/Columna
En su momento se le consideró el juicio oral más importante e incluso la prueba de fuego para el nuevo sistema sistema de justicia penal, pero hoy el caso del psiquiatra que mató y descuartizó el cuerpo de su colega Felipe Triay ha mostrado la peor cara del sistema acusatorio, y confirma lo que ya desde hace mucho se comenta “estaríamos mejor con… el viejo sistema”.
Era un juicio oral que no debía perder la FGE, por ser el más importante en su momento; por no tener carga de trabajo y suponerse que así se dedicó a conciencia a plantear el caso.
Igualmente por toda la propaganda que se ha hecho de las bondades del sistema oral penal del estado; por haber previamente una sentencia de primera instancia absolutoria, lo que traslada también la responsabilidad al tribunal de apelación, etcétera.
Luego no se extrañe cuando se diga, a manera de excusa, que el sistema “protege a los criminales”.
Mucho se ha invertido en implementar el sistema para que los yucatecos sientan que no se les hace justicia. Son decenas de millones de pesos en recursos federales y estatales.
Incluso son cientos de millones si se considera la creación de las salas de oralidad y el Centro de Justicia Oral que inauguró el presidente Enrique Peña Nieto.
Excusas y explicaciones las habrá, argumentarán que en este caso ganó el que comió más pinole, pero no podrán quitarle a la gente la idea de que el nuevo sistema no está a favor de las víctimas, que a final de cuentas ni reciben justicia y muchas veces ni reparación del daño.
Por eso cada vez que se activa la puerta giratoria del sistema de oralidad, es inevitable que los agravidasos piensen: “Estaríamos mejor con…”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]