Alianza entre científicos y productores genera ‘picantes’ resultados

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Con la finalidad de potenciar la producción del chile habanero, especialistas del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) brindan asesoramiento científico y técnico a productores, principalmente de la localidad de Cuzamá.

Ejemplo de este trabajo es un grupo de mujeres productoras que, con el apoyo también de la Fundación Educar para Producir, rehabilitan sus invernaderos y cosechan la semilla proporcionada por los investigadores.

El estado de Yucatán es centro de diversidad genética de chile habanero y eso permitió que el CICY iniciara en 2002 un programa estratégico de investigación sobre este fruto.

Los estudios realizados por el grupo de investigadores de la Unidad de Bioquímica y Biología Molecular (UBBMP) del Centro incluyen formular un plan de rescate y resguardo del material genético de la región.

Esta institución, que forma parte del sistema de centros públicos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), informó que el grupo de científicos inició esta línea de investigación hace 10 años cuando se dieron a la tarea de colectar semillas de chile habanero de la región.

Estas semillas se caracterizaron morfológica, agronómica y molecularmente, con el trabajo coordinado por Nancy Santana Buzz, que comprendió una caracterización sustentada en 29 marcadores aceptados internacionalmente para describir a las plantas de chile habanero como la altura, color de la flor y el color del fruto.

Con ese trabajo científico, se estableció un banco de germoplasma. Posteriormente, crearon diversas herramientas para identificar y proteger genotipos (totalidad de la información genética que posee un organismo) de interés.

Asimismo, los expertos desarrollaron protocolos para regenerar plantas in vitro para aplicar métodos biotecnológicos destinados al mejoramiento genético de chile habanero.

Entre los estudios, determinaron los contenidos de capsaicina (componente activo de los pimientos picantes) para obtener variedades mejoradas que conservaran las características de los chiles, pero que al mismo tiempo fueran más productivas, tolerantes y adaptadas a las condiciones de la región.

A partir de ese trabajo científico, los investigadores del obtuvieron ocho variedades: cuatro naranjas, tres rojas y una amarilla, las cuales distinguen por su aroma, sabor y alto grado de pungencia (grado de picor).

Las variedades son resistentes y están pensadas para distintos usos comerciales como un insumo para la industria alimentaria, farmacológica y de cosméticos.

De hecho, seis de estas ocho variedades están registradas ante el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.

Hasta el momento, los científicos del CICY han entregado semillas mejoradas a los productores y se han realizado pruebas en campo de las distintas variedades, con un adecuado manejo del cultivo, que puede incluir técnicas de cosecha orgánica y ya se observan los resultados en campo. Aunque las plantas sean pequeñas producen más frutos que las plantas de chile habanero comunes.

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