A sus dos años ha enfrentado las batallas más duras

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Como en la canción del cantautor español Víctor Manuel, cuando Raziel nació su padre pensó que era un castigo del Señor y desapareció, dejando sola a la madre.

Se justificó diciendo que no podía ver a su hijo en esas condiciones, y le dejó todo el peso encima a la madre, que además de Raziel tiene otro hijo de ocho años de nombre Yael que cursa el tercer grado de primaria. Para ayudarse tuvo que ir a vivir a casa de su madre.

Hace dos años, el pequeño Raziel nació con una extraña enfermedad en el corazón que no le permite tener el suficiente oxígeno en su cuerpo.

Su madre, Margely Garma López, de 28 años, se encuentra desesperada ante los diagnósticos negativos  que especialistas le han brindado, ya que aseguran que el pequeño en cualquier momento puede fallecer.

Atresia pulmonar es la enfermedad que el menor padece y por el cual la madre, que vive en condiciones de pobreza, ha vendido las pocas pertenecías que tenía,  con tal de llevarlo a un médico y comprar medicamentos para Raziel.

Su situación se torna más difícil ante la respuesta de los doctores que desahuciaron al menor.
“Mi hijo tiene atresia pulmonar, los doctores me dijeron que tiene un problema de nacimiento, que un conducto del corazón no se formó al pulmón y no puede respirar bien, no le llega el oxígeno y, debido a ello, su sangre no circula bien y sus labios, sus manitas y sus pies los tiene morados, por eso está moradito”.

“Me dijeron que no tiene cura su enfermedad, lo pueden operar, pero es probable que fallezca en la operación y me lo desahuciaron, que en cualquier momento puede fallecer; el niño no camina porque no tiene fuerzas; lo sentamos y lo tenemos que sostener, vigilarlo para que no se caiga, no habla tampoco, aunque sí come verduras, frutas, toma leche, pero su digestión no es correcta porque a veces tiene estreñimiento o le da diarrea”, explicó la angustiada madre.

El pequeño únicamente cuenta con el apoyo de su madre y sus abuelitos maternos, que hacen todo lo posible para combatir la situación de Raziel. El abuelo trabaja en lo que encuentra, de albañil, herrero, mecánico, plomero o carpintero con tal de llevar alimento al humilde hogar ubicado en la calle 187-A Diagonal número 130 entre 58 y 60 de la colonia La Guadalupana.

Las condiciones del menor impiden que la mamá busque trabajo ya que el menor requiere ser atendido la mayor parte del día. “Lo cuido todo el tiempo, las 24 horas del día, lo abrazamos con mi mamá porque llora mucho, se desmaya, se queja, pero no sabemos qué es porque no habla y los doctores no han encontrado respuestas tampoco; me imagino que se queja de dolor”.

Desde que el pequeño fue concebido, la madre percibió que algo andaba mal en él, ya que nació morado. Le preguntó a los doctores, que le indicaron que probablemente tenía una cardiopatía o un soplo en el corazón, por lo que tenia que ser trasladado al Hospital de Alta Especialidad, donde finalmente le informaron que el menor estaba muy grave, que no iba a vivir, y que sólo le daban dos meses de vida.

Su situación empeoró cuando el padre del menor los abandonó. Para poder sostenerse, Margely elabora piñatas y vende dulces, sin embargo la situación del menor impide que tenga una jornada estable, y la abuelita tampoco puede trabajar porque se dedica a cuidar el niño.

En el hospital de Alta Especialidad los médicos desahuciaron al menor y le indicaron a la mamá, que conforme vaya teniendo más edad va a necesitar más oxígeno y de un momento a otro puede fallecer. La situación se torna más complicada cuando le informaron que si lo operan, tiene el uno por ciento de salvarse y con el 99 por ciento de fallecer.

Por fortuna, han encontrado apoyo en el Hospital de la Amistad México-Corea, en donde le ponen oxígeno, ya le cambiaron la sangre porque se encontraba espesa y le brindan atención al menor, a diferencia del hospital de Alta Especialidad, donde se quedaban hasta sin comer para utilizar el dinero en camiones, asegura la abuelita, Carmen López Carrillo.

Además mencionan que una señora del Ayuntamiento, de nombre Rita, les da leche, pañales y toallitas y otra señora de nombre Landy, les regaló una carriola.

El menor aún necesita apoyos para poder sostenerse y a pesar de los diagnósticos que los especialistas le han brindado, su madre no pierde las esperanzas para salvar a su hijo y solicita el apoyo de la gente para que el menor pueda ser atendido en un hospital de la Ciudad de México y pueda continuar con su vida, dejando a su disposición el número de celular 9999 07 80 40 por si médicos especialistas o personas de buen corazón desean apoyarlos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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