En los cenotes no hay remolinos, aseguran buzos de cavernas

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Alrededor de los cenotes hay muchos mitos, alimentados muchas veces por la ignorancia de la gente y en otros casos porque son temores que se han transmitido por generaciones, pero en ninguno se forman remolinos que puedan “tragar” a la gente, asegura Eduardo Vázquez, buzo profesional que ha hecho numerosas inmersiones en formaciones kársticas de la Península de Yucatán.

“Te puedo decir que los cenotes son más seguros que el mar, porque no tienen corriente, pero siempre hay que tener precauciones, como en todo donde haya agua”, explicó el instructor en el Centro de Buceo Adventures Tour de Yucatán, ubicado en el fraccionamiento Montecarlo.

“Si no sabes nadar, lo mejor es meterse con mucho cuidado y con todas las precauciones, como un chaleco salvavidas”, subrayó Eduardo Vázquez, quien está preocupado por la mala fama que pueda atribuirse a los cenotes a raíz del caso en el Noh Mozón, ubicado en el municipio de Tecoh, donde un adolescente de 15 años se ahogó la tarde del domingo 4 de noviembre, durante un paseo familiar.

Al respecto, señaló que cuando se va de paseo a un cenote hay que tener en cuenta que el agua es menos densa, es decir, que los cuerpos van a flotar menos que en el mar.

“No es que el agua te jale, lo que sucede es que los cuerpos, por ser menos densa el agua, tienden a hundirse, por eso es muy importante que la gente sepa nadar cuando se mete a un cenote”, explicó.

“En segundo lugar, si uno se baña con pantalón de mezclilla, como suelen hacerlo muchos chavos que van a los cenotes, hay que tener en cuenta que es una tela que mojada pesa más, y eso le agrega peso adicional a nuestro cuerpo, por eso hay que utilizar ropa liviana, no necesariamente un bañador, pero sí un short o ropa que no sea pesada”.

“Y en tercer lugar, y no por eso menos importante, si no sabes nadar, no te arrojes sin protección al agua”, reiteró el buzo profesional.

En el caso de la tragedia en Noh Mozón, señaló que fue muy lamentable que se enlutara un paseo dominical. “Le damos nuestro más sentido pésame a la familia”.

Sin embargo, Eduardo Vázquez no deja de reiterar su preocupación porque este accidente pueda ahuyentar el turismo ecológico, del que dependen muchas familias, principalmente en las localidades donde están los cenotes.

“Es una buena oportunidad para que se tomen ya medidas de seguridad, incluso puede ser una oportunidad de negocios para los pobladores, pues pueden rentar chalecos salvavidas a las personas que vayan a pasear”, señaló. “Igual ya tienen que habilitarse salvavidas en los cenotes”.

Eduardo Vázquez conoce a los buzos que participaron en el rescate, y que ese día de la tragedia estaban haciendo inmersiones en un cenote cercano cuando les pidieron que sí podían rescatar el cuerpo del adolescente, que había “caído” a una profundidad de 15 metros.

“Conocemos muy bien el Noh Mozón, lo he buceado muchas veces, ya hasta perdí la cuenta, te puedo asegurar que es seguro, incluso lo utilizamos para nuestras clases de buceo, ahí realizan los aprendices su primer inmersión, porque es como una gran piscina”.

Reiteró en que los cenotes no se forman remolinos y dijo que eso es solo un mito, alimentado por las leyendas negras que en el pasado surgieron sobre los cenotes, aunado al temor que generan en personas que no saben nada.

“A mis alumnos sus abuelitas siempre les recomiendan que tengan cuidado de que no los vaya a ‘tragar’ el cenote, pero no hay nada de eso, ni remolinos ni succión”.

Cabe señalar que la versión de que el adolescente fue “tragado” por un “remolino” surgió de los familiares y de los testigos que presenciaron la tragedia, aunado a las leyendas que rodean al cenote porque en maya Noh Mozón significa remolino grande.

Por ende, la gente tiene la firme creencia de que hay una maldición en ese cenote, y que cada determinado tiempo y con ciertas personas, se forma un remolino que las “traga”.

Sin embargo, el buzón Eduardo Vázquez precisa que el nombre se debe en realidad a torbellinos, es decir, remolinos de tierra, no de agua, por la fuerza del viento.

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