El origen de las agresiones contra Antorcha

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Al licenciado Andrés Manuel López Obrador
Presidente Constitucional de México

A la opinión pública

El jueves pasado, en el noticiario nocturno de Televisa conducido por Denise Maerker, se transmitió un reportaje de Fátima Monterrosa en el que se presenta como un tenebroso secreto, milagrosamente descubierto por la reportera, que Antorcha Campesina posee y opera gasolineras en diversos estados del país, de las cuales menciona ubicación y dueño solo en los casos en que éste tiene alguna relación de parentesco con el dirigente nacional de Antorcha, Aquiles Córdova Morán.

Lo primero que hay que resaltar sobre el “hallazgo” de Fátima Monterrosa, es que se trata de un trabajo pagado por alguien interesado en añadir su cuota de lodo a la imagen pública del Antorchismo. Tenemos nosotros cuarenta y cuatro años lidiando con este tipo de maniobras sucias, tan viejas como andar en dos pies, para dejarnos engañar por el tono “profesional”, “puramente informativo” del engendro. Y dejar bien sentado esto, resulta imprescindible para descubrir el verdadero objetivo de la calumnia, es decir, no el propósito de Monterrosa sino el de quienes le pagaron por el trabajito.

Dicho esto, pues, pasemos al análisis del ataque. Una lectura superficial del mismo revela de inmediato “el plan de la obra”. Primer paso, “hechos duros” que sirvan de base a sus afirmaciones e insinuaciones ya no tan “duras”; segundo paso, abstenerse de formular acusaciones expresas y comprometedoras y, a cambio de ello, manipular la información de modo que sugiera con mucha fuerza lo que la reportera desea pero no puede decir, dejando que sea el propio lector quien saque las conclusiones malévolas insinuadas por la reportera. Y luego, que el mismo lector califique y condene la corrupción de los antorchistas.

Veamos algunas de las insinuaciones perversas del reportaje. Primera, que la propiedad y operación de gasolineras por parte de Antorcha Campesina es de por sí un acto ilegítimo e ilegal, o sea, simple y llanamente, un delito. Segunda, que ese delito se hace mayor porque esos bienes han sido adquiridos con recursos de oscura procedencia: bien robando el dinero destinado a obras y servicios para la población; bien exprimiendo cuotas indebidas a los pobres que Antorcha dice defender; bien, finalmente, por una combinación de ambos procedimientos abusivos y punibles. Tercera, como gota que debe derramar el vaso de la tolerancia de los mismos antorchistas y de las autoridades encargadas de castigar tales delitos, que las jugosas ganancias que producen las gasolineras mal habidas, van a parar a los bolsillos del dirigente nacional y de sus familiares más cercanos e incondicionales. Nada más, pero nada menos.

De paso, como prueba irrefutable de la calidad profesional de la reportera y del crédito que merece su “información”, debemos destacar dos perlas. Primera: entre las “muchas” gasolineras que nos atribuye, incluyó una ubicada en Tlapa, Guerrero, propiedad de la señora Lucila Acevedo, quien de inmediato salió en defensa de su propiedad, diciéndose ofendida porque se la confunda con los antorchistas. Segunda: sin preámbulos ni escrúpulos de ninguna especie, simplemente atenida al poderío del medio que la cobija y al respaldo de quienes la contrataron, intempestivamente nos acusa de ser “grupo de choque”. ¿Qué es un grupo de choque? ¿Cuáles son las características que deben llenar sus miembros? ¿Cuáles sus destrezas y su modus operandi? ¿Lo sabe doña Fátima? Y si lo sabe, ¿puede probar que los antorchistas llenamos tales requisitos? Y si puede, ¿por qué no lo hace? ¿Puede sensatamente llamarse “grupo de choque” a una organización cuya existencia y actuación son públicas y están a la vista de todo el mundo; a una organización social formada por más de dos millones de trabajadores del campo y la ciudad, estudiantes, maestros, pequeños empresarios y comerciantes y que, además, gobierna desde hace veinte años diversos municipios, algunos cuya población se equipara a la de los estados más pequeños del país? ¿Se puede, sin ser un infame, lanzar semejante agravio a quienes nunca le han hecho mal a nadie, y menos a la señora reportera que con tal sevicia los insulta? Lo cierto es que el tal reportaje fue calculado, en sus términos y en el momento de su aparición, para servir como disparo de salida al ejército de injuriadores e intimidadores que operan en las redes contra los “enemigos” de Morena, y para poner en acción los bots que tienen contratados con el mismo propósito.

En realidad, Monterrosa no está “descubriendo” nada; lo que hizo fue reciclar un viejo ataque del que ni siquiera actualizó las imágenes, publicado hace siete años por ella misma, bajo la batuta de la misma conductora y en la misma empresa televisiva. Por lo tanto, sería legítimo que nosotros nos limitáramos a responder al refrito con los mismos artículos que entonces publicamos: “Fátima Monterrosa y el costo de la defensa contra un ataque mediático” y “El brazo mercenario contra Antorcha”, aparecidos en medios nacionales en abril de 2012. Pero, teniendo en cuenta que el contexto político actual es distinto y que la guerra de descalificaciones en contra nuestra no comienza con el reportaje de Monterrosa ni se limita a la boca de ganso de periodistas venales, creemos necesario actualizar algunas cosas por nuestra parte.

La actividad financiera de Antorcha, que no se reduce sólo a expendios de combustible sino que abarca otras actividades como abarrotes, hotelería, restaurantes y centros recreativos, es pública, legítima y absolutamente legal. Dicha estructura económica ha sido construida desde cero, paso a paso y con el trabajo y el ahorro de miles de antorchistas (no todos, pues en esto no pueden participar quienes apenas ganan lo suficiente para vivir) y viene de muchos años atrás. Participa y compite sanamente en el mercado nacional, cuenta con el registro legal correspondiente en cada caso y cumple puntualmente, como no podría ser de otro modo, con sus obligaciones fiscales. Esto puede investigarse con todo detalle por quien lo desee ante las autoridades correspondientes, y por eso, toda mente sana y equilibrada sabe que, en estas cuestiones, nadie puede mentir sin ser rápidamente descubierto. Con los años, la comisión financiera nacional, encabezada por profesionistas especializados en cada rama, ha venido adquiriendo experiencia y destreza en su trabajo, y ha logrado que nuestros establecimientos rindan utilidad aceptable y segura. Por eso, el crecimiento y multiplicación de los mismos se apoya cada vez menos en la colecta y actividades económicas de la militancia y cada vez más en la correcta reinversión de las utilidades.

Precisamente la salud financiera de nuestros negocios, su multiplicación y diversificación, y el correcto financiamiento de la actividad sistemática y cada vez más extensa de nuestra organización (que tampoco se limita a la gestión de obras y servicios y a la lucha en las calles, sino que se extiende al deporte, la cultura y la educación de sus mejores cuadros jóvenes, con resultados muy superiores a lo hecho por cualquiera otra organización o partido) por nuestra comisión financiera nacional, demuestran de modo palpable, evidente para cualquiera que no esté enfermo de mala fe o de miopía política, la limpieza de su manejo, la aplicación de las utilidades a los fines legítimos de la organización, y la falsedad y torpeza mental de quienes, citando nombres de los propietarios formales, creen haber probado el enriquecimiento escandaloso y obsceno del líder nacional antorchista.

El honrado y eficiente trabajo financiero nuestro, nos ha convertido en la única organización que paga lo esencial de su lucha con recursos propios. Esto nos vuelve realmente independientes del gobierno y de cualquier otra fuente externa de recursos, que todos sabemos como cobran, llegado el caso, semejantes favores; nos da la autoridad moral suficiente para exigir los derechos legítimos de nuestros hermanos más pobres y para defendernos con la verdad absoluta de quienes intentan ensuciarnos con calumnias, como lo estamos haciendo hoy. Eso nos hace también, por contrapartida, el blanco preferido de quienes aspiran al poder y al gobierno absolutos de la nación. Debemos subrayar aquí que nunca hemos hecho un secreto de nuestra actividad económica, por la sencilla razón de que no hay motivo para ello; por el contrario, hemos sido los primeros y los más interesados en darla a conocer (a través de los medios y celebrando con festejos públicos la inauguración de nuestros logros más significativos) porque cada uno de estos logros es motivo de legítimo orgullo y satisfacción para todos los antorchistas del país, muy lejos de la actitud vergonzante y clandestina que nos atribuye Monterrosa. Desde aquí y desde ahora, pues, debemos dejar claro que cualquier acusación, persecución y condena que pudiera darse en contra nuestra por supuestos delitos de carácter económico, será algo falso y prefabricado, una forma apenas encubierta de persecución y represión política que, automáticamente, marcará para siempre al gobierno o al gobernante que se atreva a violentar así la ley y los derechos ciudadanos.

Finalmente, ¿cuál es el propósito de quienes pagaron a Fátima? Es del dominio público la campaña presidencial en contra de la “Antorcha Mundial”, campaña que no tendría mayor importancia dada su falta de sustento, si no fuera porque presta elementos para suponer una discriminación contra toda actividad antorchista y no sólo contra su supuesto “intermediarismo”. También es público que, a fines del año pasado, nos manifestamos en la Cámara de Diputados en demanda de que fueran incorporados al presupuesto de egresos de la federación recursos destinados a la realización de diversas obras públicas demandadas por los antorchistas del país. La respuesta nos llegó por boca del diputado Mario Delgado, quien se comprometió a que, en enero, nos reuniríamos con él, con el subsecretario de Gobernación y encargados de diversas dependencias para estudiar nuestro pliego y buscar soluciones practicables. Este compromiso no se cumplió. Después nos llamaron desde Gobernación ofreciendo materializar el mismo compromiso, pero tampoco se cumplió. Nuestra respuesta, creemos que mesurada y legítima, ha consistido en hacer públicos estos hechos y en llamar a nuestros compañeros antorchistas a que se apresten para una lucha larga y difícil.

Sabiendo esto, no es temerario asegurar que el ataque mediático encomendado a Monterrosa busca deslavar más nuestra imagen pública y restarle fuerza a cualquier protesta pública nuestra; al mismo tiempo, esgrimir la espada de Damocles sobre las cabezas de nuestros líderes amenazándolos con acusarlos y perseguirlos por “corrupción” u otros delitos peores. Como antes de la cuarta transformación, solo que esta vez sin máscaras de por medio. Pero la razón y el derecho están de nuestro lado. Seguiremos defendiendo a los más débiles y necesitados seguros de que, al final, ganará la verdadera fuerza popular organizada, politizada y consciente. Por ahora, reiteramos nuestra atenta solicitud de que el diputado Mario Delgado respete la palabra empeñada con el Antorchismo Nacional, y ponemos al México de los pobres por testigo de que nuestra lucha con ellos es honrada, consecuente y legítima; y que todo intento de reprimirnos y encarcelarnos con acusaciones prefabricadas, es y será un ataque directo a los verdaderos intereses de ese mismo pueblo.

MUY RESPETUOSAMENTE

Dirección Nacional del Movimiento Antorchista

www.movimientoantorchista.org.mx[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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