El mar, divino tesoro

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Amo, amo, amo el mar. Me gusta tomar sol, meterme al agua a cada rato, sentarme a mirarlo a la mañana, a la tarde y a la noche. Lo “ojeo”.

Me gusta mirar la gente que disfruta del mar, no importa cuántos años tengan. Disfruto de leer en el mar, comer en el mar, tomar una cervecita en el mar… Todo. Por eso tenerlo tan cerca y no ir seguido, es como si me patearan las encías con esas botas que tienen punta de acero.

Ya sé, me dirán: “Exageeeeras, hija…”. Y sí, claro que exagero, así somos los argentinos. Hablamos fuerte, revoleamos los brazos y las manos y hacemos montoncitos con los dedos cuando queremos remarcar algo. Y sigo sin creer cómo, teniendo un mar tan cerca, los meridanos van sobre todo en temporada, pero el resto del año no lo visitan tan seguido.

El fin de semana pasado, casi quedo con una amiga mexicana para ir, pero al final me dijo “Siempre no”. Le conté por whatsapp a #mimaridoyucateco que el proyecto de ir a Progreso se había pinchado y me dijo (sic):

“Aquí a nadie le gusta el mar como te gusta a ti, acéptalo”.

No hicieron falta signos de admiración ni puntos suspensivos, muchos menos emoticones. Lo que #mimaridoyucateco me escribió me llegó al corazón y me atravesó el alma como un puñal oxidado. Y lo más triste es que tenía razón.

Y es que #mimaridoyucateco creció en las playas de Progreso, ya que sus papás nacieron allí e iban casi todos los fines de semana. Él nunca hizo vida de playa como en Argentina, donde uno va al mar a pasar el día para aprovecharlo de cabo a rabo. Y ojo, me refiero al mar sudaca, estéticamente feo comparado con la belleza del de acá, de aguas cristalinas, temperatura al tiempo y arena casi blanca, como harina. El mar argentino es de agua fría, revuelta, verdosa tirando a amarronada, con olas grandes… Ah, y la arena es color café oscuro, como el lodo. Pero nos encanta.

Recuerdo que, cuando vivimos acá hace 10 años, íbamos al mar y yo me tenía que meter al agua y tomar sol, todo en unos minutos, porque #mimaridoyucateco me apuraba con la clásica: “¿Vamos por pescado frito y unas chelas?”.

Entonces, ahora que regresamos me dije: “No caeré en el viejo truco del pescado frito y la cerveza a los 10 minutos que pisamos la arena. Nel”. Y desde Argentina, #mimaridoyucateco prometía pasar largas horas en el agua, pero cuando llegamos me di cuenta de cuánto fui engañada. Su “Acéptalo”, me lo dijo todo.

Así que… EL domingo pasado señores… Me desperté a las 7 de la mañana. Todos dormían. Me levanté, tomé unos mates, armé un bolsito y me fui a ver el mar SOLA. Me tomé el camión blanco que pasa por el Hyatt y a las 9 de la mañana ya estaba disfrutando de las playas desoladas de Progreso. Tomé sol, me metí al mar dos veces, escuché música y tipo 11:30 emprendí la retirada porque se avecinaba un lluviecita de esas que chingan mucho. Regresé para almorzar con los míos, con un poco de arena en las patas, el corazón contento y muchos planes de visitar playas nuevas.

Pregunta para los que viven en la Península ¿Cuáles son sus playas preferidas de Yucatán?[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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