El Hanal Pixán, cada vez más presente pero adaptado a los nuevos tiempos

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El maestro Raúl Lara Quevedo está ansioso y no es para menos. Como titular del Programa Institucional de Cultura para el Desarrollo de la Uady, su trabajo –que hace con mucho gusto- es organizar los altares o mesas de difuntos de la casa de estudios para el próximo Día de Muertos o Hanal Pixán, como celebramos en Yucatán.

Y ya estamos en la cuenta regresiva porque el martes 30, 19 altares de distintas instituciones de la Uady participarán en el concurso que se realiza cada año en el edificio central (Ubicado en la calle 60 por 57 de la colonia Centro) con diferentes actividades culturales para todos aquellos que quieran participar desde las 11 am hasta la nochecita. La entrada es libre y gratuita.

Yucatán Ahora platicó con el maestro Lara Quevedo sobre esta celebración tan nuestra, pero a la vez llena de sincretismo y adaptada cada día más a los nuevos tiempos que nos tocan vivir.

El Día de Muertos, ¿es una celebración maya o mestiza?

Desde mi punto de vista es mestiza. Podemos ver que en la mesa de muertos -no es un altar- hay elementos de diferentes períodos, tiempos y creencias. Desde las escuelas ves estudiantes que representan de dónde son, por ejemplo.
Actualmente en Yucatán no sólo vivimos yucatecos, sino gente de otras partes del país y del mundo, y el sincretismo cultural nos muestra que hay otras representaciones. Lo vemos en el pan de muerto en los altares, los papelitos de colores… Cada uno celebra a sus muertos desde su concepción. Existe un nuevo tiempo para las tradiciones que se adecuan y adaptan a los individuos, quienes se encargan de mantenerlas y divulgarlas.

¿Qué es la muerte para los mayas?

Desde el Popol Vuh la muerte es un paso a la purificación y no es una tristeza, como lo enseña el dogma del cristianismo. Para los mayas la vida es un ciclo y la muerte te permite renacer y encontrarte otra vez con los seres queridos. El Popol Vuh nos dice que somos la tercera generación de hombres, los hombres del maíz que estamos en la tierra. Y ves cómo en las comunidades hacen los pibes, que es la reconstrucción de los difuntos. Es el acto de hacer el tamal de maíz, ponerlo, taparlo e inhumarlo como a los difuntos. También se exhuma y se come como fusión de la muerte con la vida. La muerte es un proceso y un paso, por eso es la fiesta de los difuntos.

¿Por qué hacemos la mesa de muertos?

Porque recordar hace transcender. Puedes irte a la casa más humilde o a la más adinerada y en esta fecha existe el interés por trascender y recordar. Es un acto de mirar y recordar los buenos momentos. Somos una sociedad del recuerdo y la nostalgia y poner un altar es sentirnos cercanos a nuestra herencia prehispánica. Todos quieren formar parte de esta tradición porque se cultura se lleva y también se adopta.

Pero esa nostalgia que mencionas ¿es tristeza?

No, para nada. Es un momento para que la familia se siente a comer los elementos de la mesa de los difuntos y platiques con ellos a través de los recuerdos. Mi papá murió el año pasado y mi mamá decía que no se pone el altar porque mi papá “vendrá” hasta el próximo año.  Ella sabe el tiempo específico y lo espera. Esta tradición traspasa los usos y las costumbres del recuerdo que los hace sentir vivos.

¿Vienen los muertos a visitarnos o nunca se fueron? ¿De dónde vienen?

Desde la construcción católica los difuntos se quedan y nos cuidan, son como angelitos cerca nuestro. Desde la visión de los pueblos prehispánicos, los difuntos se marchan y se van a un punto de encuentro para convivir con sus seres queridos también muertos. No es el cielo ni el infierno porque no existían esas concepciones para los mayas, como tampoco el pecado.

¿Cómo sientes que vive la gente la celebración ahora comparado con tiempo atrás?

Me llama mucho la atención que los jóvenes priorizan la celebración del Día de Muertos al Halloween. Hoy vemos a la comunidad estudiantil muy respetuosa del Hanal Pixán y lo toman como el pretexto perfecto para unirnos y recordar las costumbres y tradiciones. Mis alumnos no son muy participativos, pero me percato cuando es Hanal Pixán, quieren bailar jarana, vestir ternos, saben armar la mesa, lo demuestran y se sienten orgullosos. Además, hoy día nadie te niega un buen pedazo de pib cuando vas a una casa.

¿Qué falta?

Valdría la pena en estas fechas cercanas a Día de Muertos generar cursos gratuitos en los que se explique qué es el Hanal Pixán. También se podría hacer hincapié en cómo prepararnos para adaptar más el Hanal Pixán a los nuevos tiempos. Hay que coexistir y preguntarnos cómo le vamos a hacer en 10 años cuando la población de Yucatán cambie. Y si vamos a mantener la festividad, con qué estrategias contaremos para adaptar las tradiciones. Después de todo es la misma muerte que celebramos.

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