Caleseros se defienden: nuestros caballos están bien alimentados y atendidos

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Sustituir las calesas tiradas por caballos por calesas eléctricas es un propuesta irreal e inviable, que en Guadalajara, Jalisco, ya fracasó, aseguró Miguel Ángel Cuevas, perteneciente a la Unión de conductores y pequeños carruajes del estado de Yucatán.

En la capital del Jalisco se metieron seis calesas eléctricas, a un precio de 580 mil pesos cada una, pero cuatro de ellas ya no funcionan porque tuvieron desperfectos en el motor y esa reparación les iba a costar 300 mil pesos por cada, y el proyecto se abandonó, afirmó.

El directivo dijo que en Mérida los caballos caleseros reciben un trato digno, están bien alimentados, trabajan un día y descansan al otro, y en la jornada que laboran solo son seis horas.

Hércules es un caballo calesero de ocho años y con alzada de 1.68 metros.

Además, mediante un convenio que tienen con la Uady, reciben constantemente atención y tratamiento en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, donde tienen una cartilla sanitaria.

Ahí les verifican la estatura, el sistema locomotor, les liman las muelas, les revisan las patas.

“Nos cobran barato, pero de todas formas pagamos 600 pesos por cada limada de muelas, además del flete de 250 pesos para llevar a cada caballo hasta Xmatkuil”, explicó Miguel Ángel Cuevas. “No vayan a pensar que los llevamos trotando o que van arrastrando las calesas”.

El directivo indicó que un caballo no es como una especie pequeña, como los perros o los gatos, ellos necesitan un trato especial, están acostumbrados a ejercitarse, su cuerpo se los pide.

Además, las calesas no pesan mucho porque como son de cuatro ruedas tienen estabilidad y el caballo solo remolca. “Mi nieto de ocho años puede mover una calesa, es decir, que para un caballo jalarla no representa gran esfuerzo”.

Niña, yegua calesera joven de 1.63 metros de alzada, recibe un tratamiento para limarle las muelas en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Uady.

El calesero explicó que los 65 socios de la agrupación tienen muchos años trabajando en este negocio. Albgunos ya son la quinta generación.

“Sabemos de caballos y quien lo desconoce puede decir cosas que distan de la realidad. Por ejemplo, cuando un caballo tiene la cabeza baja y se coloca una pata sobre la cabeza es porque se está relajando, no es porque esté agotado o que esté llorando”, señaló.

“Lo mantenemos hidratados, pero el agua se les tiene que dar una vez que están relajados, ahí en la base tenemos siempre agua disponible”, aseguró. “No es viable la propuesta de que lo estemos hidratando cuando van jalando la calesa, porque el caballo toma agua cuando está trotando le da cólico”.

En cuanto a las calesas eléctricas, indicó que si los socios de la Unión se vieran obligados a comprarlas tendrían que hacer una inversión de más de medio millón de pesos, que ninguna de las 65 familia dispondría.

Además tendrían que pagar le mantenimiento y las reparaciones, que son muy costosas.

“Guadalajara metieron seis calesas, y ahora cuatro están arrumbadas porque no las pudieron componer, se les echó a perder el motor y la reparación costaba 300 mil pesos, nadie las pudo reparar y ahí se quedaron”.

Los caleseros cobran 400 pesos por cada recorrido, aunque en ocasiones tienen que flexbilizarse y dejan la tarifa hasta en 200, ante la competencia.

Como hemos informado, grupos de animalistas están proponiendo que se sustituyan las calesas jaladas por caballos por otras eléctricas, a fin de liberar del sufrimiento a los caballos que, según afirman, trabajan jornadas extenuantes bajo el sol y la lluvia, mal alimentados y sin agua.

Este sábado grupos a favor de los derechos de los animales realizarán una marcha que saldrá de Paseo de Montejo y avanzará hacia la Plaza Grande.

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